claro hombre! el que tú me mates al Rey o yo hunda tu flota son los lances normales del juego! nadie tendría que molestarse por ello... verdadddddd??? :cuñao:
gracias de todas formas por librarme de la excomunión!! :v: ¿cuántas unidades necesitaste para tomar York? ¿sólo a un general??? Lo digo porque el Rey tenía estrellas como la bandera yankee... :bab:
claro hombre! el que tú me mates al Rey o yo hunda tu flota son los lances normales del juego! nadie tendría que molestarse por ello... verdadddddd??? :cuñao:
gracias de todas formas por librarme de la excomunión!! :v: ¿cuántas unidades necesitaste para tomar York? ¿sólo a un general??? Lo digo porque el Rey tenía estrellas como la bandera yankee... :bab:
Te aseguro que ganó en duelo singular y sin ningún truco especial.
Te aseguro que ganó en duelo singular y sin ningún truco especial.
Oiga, que si hubiera usado el exploit está en su derecho, lo admiten las normas de la campaña!! . Lo que supongo es que a estas alturas tu general esté bien lejos de York porque las tropas que asedian Nottingham están ansiosas de encontrar bacon de calidad... :mrgreen:
Y digame mi buen Delfín de Francia (debo recordar que el verdadero Roi, no sois vos actualmente :cuñao: ) Tomar la isla de Gran Bretaña tanto de manos inglesas como celtas, es también parte de vuestra santísima "defensa" de vuestra costa en Francia?
No entiendo cómo vuestros aliados ingleses no os han puesto al corriente de la situación. Suponía que cuando pactásteis con ellos la invasión de nuestro país os habrían informado de que poseen una vasta extensión de suelo galo en torno a la ciudad de Caen. Si no es así es que os habrán tomado por un aliado de segunda y dejaros para los postres. Evidentemente Caen debe regresar a manos de su Majestad, y para garantizar que no les vuelvan a entrar las ganas de volver a hollar suelo patrio debemos darles un severo correctivo, como aquel que recibísteis vos al traer a nuestras puertas un ejército ahora sumergido.
Siguiendo vuestra filosofia, debo entender que TODO ser bajo el cielo estrellado que no domine vuestra lengua es una amenaza para vuestro porcino reino? En ese caso demostrais, una vez más, el valor de vuestra palabra y confianza...
Quien puede confiar en alguien que ve a todos como enemigos en potencia? Alguien que prefiere dejar a su propio monarca a merced de "los bárbaros de las aldeas" con tal de conseguir sus propositos?
Y vos, nos llamáis bárbaros? Continuad con vuestra palabrería que a nadie engaña pues todas las cortes europeas saben quién sois en realidad y como os las gastáis. Pensad que vuestra guerra no acaba con la eliminación del Linaje Celta, sino cuando TODO el mundo este bajo dominio francés y francamente, ambos sabemos que eso nunca se producirá y si no somos nosotros los que acabamos con este impío reino, nido de vivoras traidoras y desconfiadas, será otra "posible amenaza" para vuestra ciudad de los enamorados y los burdeles de baja categoría...
Pasad buena noche, mi amigo delfín y cuidado pues quizá mañana tengáis que entablar la guerra contra una nueva amenaza para vuestro reino. He oido decir que el "calor estival" dando sus últimos coletazos planea atacaros a traición y creo que tiene aliados...
P.D.: Hablando como os gusta ahora de levantar infraestructuras... Habeis pensado levantar en París, entre algún burdel y una casa de asesinos, un centro para atender a dementes con delirios en grandeza? Por lo visto es muy propio entre los nobles franceses esta enfermedad y estoy convencido que de no evitarlo la sufrirá incluso alguno de los líderes franceses por allá en los albores del futuro siglo XIX...
Muchos creen que el tiempo es como un río, que fluye seguro y veloz en una dirección. Pero yo le he visto la cara al tiempo, y os aseguro que no es así. El tiempo es un océano en medio de la tormenta… Os preguntaréis quién soy. Venid, os voy a contar una historia como ninguna otra que hayáis escuchado antes…
La decisión más difícil Primera parte: Resurrección
Los meses pasaban. La guerra abierta entre Francia y el pueblo Celta, había llevado a la región de York a convertirse en el escenario de una sangrienta lucha de desgaste. Mientras en Edimburgo y más al Norte, las soldados escoceses se preparaban para defender sus tierras, los franceses se reagrupaban al sur, en las conquistadas tierras de Inglaterra.
La frontera defendida por los franceses al salir el sol, veía a este desaparecer al son de las gaitas y los bodrams y volvía a reaparecer alumbrando las banderas de lys. A pesar de las semanas de continuo desgaste para ambos ejércitos, los exploradores escoceses internados en las cercanías de Notingham, vislumbraron al gran ejército francés.
Un gran contingente de lanceros y milicias, marchaba con paso decidido delante de una enorme horda de jinetes. Aquel ejército era lo que Francia movilizaba para acabar con las pequeñas aldeas célticas. Los exploradores informaron a la nueva nobleza de Edimburgo, en su gran mayoría conformada por los primogénitos de aquellos que se habían aventurado a la mar en la ya tan lejana conquista de Londres y al Consejo Druídico que al fin había recuperado su posición de poder como Órgano de Gobierno de Escocia.
A pesar de la negativa de una buena parte de los reunidos, Breoghan y otro buen sector de los allí presentes decidieron plantar cara cuanto antes al enemigo. Si todos los escoceses se reagruparan de nuevo, igualarían en número a la fuerza invasora y en ese lugar no había duda de que los Dioses no les dejarían caer.
Así pues las tropas empezaron a reorganizarse preparándose para hacer frente a los invasores que se habían asentado de nuevo en la ciudad de York. El tiempo apremiaba y debían hacer los preparativos para lo que sería la Gran Batalla. El cerebro de Breoghan no cesaba en su tarea. Ideas, proyectos, planes... Si lograban la victoria, mostrarían al mundo entero que el pueblo celta seguía vivo y era capaz de hacer frente a la mayor potencia europea. Si vencían, lograrían humillar una vez más a la corona francesa y esta vez no sería una afrenta menor, sino una demostración de poder total... Daría igual el precio que hubiera que pagar. Si vencían obligarían a Francia a retirarse al no tener poder suficiente para poder defender sus nuevas tierras... Si vencían...
Breoghan no pensaba en otra cosa. La victoria era su único objetivo y su sed de venganza empezaba a ser su mayor compañera. Su espíritu empezaba a atemorizar a algunos y el Consejo Druídico empezaba a plantearse los verdaderos objetivos del joven.
Pasó el invierno y llegó el verano. Las tropas francesas de York volvían a reanudar la marcha tras su hibernación en la zona. El tiempo no había pasado en vano en Edimburgo, donde se habían duplicado las existencias de espadas y hachas, así como de escudos, pero no era suficiente. La realidad empezaba a hacerse cada vez más palpable y los apoyos de Breoghan en el Consejo empezaban a desaparecer.
Llegó un día lluvioso de primavera. El Consejo y la Nobleza estaban reunidos otra vez. Los opositores a las ideas de Breoghan volvían a acusar el cegamiento del joven que volvía a estallar en cólera argumentando que debían partir cuanto antes, en lugar de esperar. En ese momento se empezaron a oír gritos en el exterior del recinto y las puertas se abrieron de par en par a la vez que un sobrecogedor trueno golpeara la tierra.
Un hombre apareció en la puerta. Sus largas melenas y sus desgastados ropajes dejaban claro que llevaba mucho tiempo fuera del hogar. Además la fuerte lluvia cayendo sobre él, le profería un toque ciertamente aterrador. Breoghan se dirigió hacia el desconocido gritándole e "invitándole" a irse. El joven se situó frente al extranjero que no reaccionó lo más mínimo ante su exaltamiento. Breoghan desenfundó rápidamente su decorada espada y rápidamente situó su punta en la nuez del desconocido que siguió inamovible. Muéstrate sucio extranjero!
Finalmente, levantó la cabeza y fijó su fría mirada en los ojos de aquel que le amenazaba. Al cruzar sus ojos con los del descuidado visitante. Breoghan, o más bien, Edward sintió como se helaba toda la sangre de sus venas. Dejó caer involuntariamente la espada que aún seguía en el cuello de su padre y así cayó llorando al suelo.
Breoghan Padre sonrió y ayudo a su hijo a levantarse. Edward estaba en estado de shock. No podía ser. Todos le habían visto morir. Hundiéndose agarrado a la bandera en lo más alto del mástil. No había tenido ninguna oportunidad de salvarse. Los franceses no lo hubieran permitido, y los piratas aún menos. Todos los presentes se habían levantado incrédulos. No podían dar crédito, pero efectivamente Breoghan estaba allí, abrazando fuertemente a su hijo.
___________________________________________
El agua subía desde la bodega. La cubierta estaba ya medio inundada y los cuerpos de franceses, piratas y escoceses empezaban a flotar en las gélidas aguas. Un frío incomparable inundaba las piernas de Breoghan que no podía hacer más que llorar la pérdida de sus hombres y de su pueblo... Y de Tailthiu... Nunca volvería a ver sus bellos ojos... Su estilizada figura... Sus deslumbrantes cabellos... Miró al cielo. La bandera azulona y blanca hondeaba como con pena... Como conocedora de su destino. Breoghan, intentando sobreponerse al cansancio, empezó a subir por el mastil, por las ajadas cuerdas que llegaban hasta la bandera. Al final la sentía en sus manos... Sentía en ella el calor de sus familiares, a los que abandonaba en este mundo. Y sentía también el calor que le daban todos aquellos que le esperaban en la otra vida. Breoghan asumió su destino. El agua empezaba a llegarle al cuello... Cerró los ojos y a pesar de todo por primera paz sintió la verdadera paz de la nada...
Abrió los ojos. El sol que se colaba entre los arboles le obligaba a apartar la mirada. Se hallaba en un pequeño claro. Estaba sentado en una fría piedra grabada, junto a un anciano manzano. Se dio la vuelta rápidamente al sentir que algo le golpeaba suavemente en el hombro. Un orgulloso ciervo intentaba llamar la atención del guerrero con su lujosa cornamenta. Se miraron brevemente y el ciervo empezó a caminar en dirección contrario, en el sentido que seguía el pequeño arrollo, lo único perceptible en aquel idílico lugar. El animal se giraba cada poco, animándole a seguirlo.Finalmente alcanzaron una antigua fuente de la que emanaba aquel arrollo, situada en un lugar un poco más lóbrego del bosque. El cérvido adoptó rápidamente la forma de un noble guerrero. Sus ricas armaduras, su afilada lanza, su lujoso escudo y su estilizado torques dejaban bien claro quien era.
Breoghan se sentía liviano en aquel lugar. La presencia de Lugh le inspiraba ánimo a su vez. El Dios miraba orgullosamente a Breoghan y se dirigió a él con una armoniosa pero varonil voz:
- Noble Breoghan. Salva a tu pueblo. Parte al este. Se fuerte y acabarás recuperando lo que es tuyo. No temas el sacrificio...
Breoghan se dispuso a responder pero empezó a sentir como todo se nublaba. Derrepente todo sabía a sal. El guerrero apoyó sus manos en la arena y se incorporó. No sabía donde se encontraba. Veía la inmensidad del mar y una frase se repetía en su cabeza. No temas el sacrificio...
______________________________
P.D.: Continuaré más adelante con esta trilogía final pero llevo ya más de una hora dejándome aquí los sesos y aún tengo cosas que hacer xD
Espero que os guste y perdonar la tardanza.
Mencey, espero que me permitas esta pequeña licencia sobre Breoghan... Alguna pega?
ta wenooo!!
