A las puertas de la infecta guarida del lobo Danés llegó un jinete atado a la silla de montar. Le habían vaciado las cuencas de los ojos, arrancado la lengua y cortado las orejas y nariz. El infeliz, que aún seguia vivo, era un emisario danés en tierras teutónicas. De su cuello, colgaba un rollo de pergamino. Svenska, el capitán de la guardia, lo tomó y leyó su contenido:
Al miserable rey de Dinamarca, que el infierno lo lleve:
Sois el más miserable y ruin de los traidores. No conoceis el honor ni el valor de la palabra dada y vuestra mera existencia es un quiste en la libertad, la paz y la confianza de los pueblos. Habeis escampado vuestras mentiras y falsedades por todo el orbe, habeis traicionado y manipulado, asesinado, saqueado y arruinado la vida de muchas buenas gentes.
La Orden Teutónica no desea intercambiar más palabras con vos. Os devolvemos a vuestros emisarios y a partir de este momento mataremos a cualquier Danés que aparezca ante nosotros. La Orden siempre ha cumplido la palabra dada. Vuestras mentiras han sido desveladas y todas las naciones saben ahora que falsedades y traiciones habeis escampado.
Adiós pues, Loky "El Traidor"