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TEMA: El Reino de los Cielos

Re: El Reino de los Cielos 21 Feb 2010 12:38 #41332

Ya está bien, no? Tanto halago joer xD que se me suben los colores.

Espero poder continuar pronto :P

Re: El Reino de los Cielos 05 Abr 2010 04:45 #42999

  • Taqui
  • DESCONECTADO
  • Cónsul
  • Temas: 127

Acojonante, Isma... ya tardas!
"Un gran poder requiere de una gran responsabilidad"

Re: El Reino de los Cielos 12 Abr 2010 22:46 #43250

Capítulo 6: Guerra sin fin
Ambientación

[youtube:ys1b999o]www.youtube.com/watch#!v=87HAboyq5hc[/youtube:ys1b999o]

Una pesada y espesa neblina rodeaba la nave por todos sus costados. No era normal toparse con un día de niebla en aquella zona del mundo, y parecía totalmente dispuesta a arruinarles el esperado retorno a Tierra Santa. Más de un mes había pasado desde que abandonara Alejandría y, con ella, las tierras del fértil Nilo. El Senescal Balian y el Belicoso Reinaldo de Châtillon aún estaban allí, ayudando a las ciudades egipcias a recuperar la paz y su prosperidad pasada, pero asuntos más importantes le habían llevado a él a partir hacia el norte, hacia Chipre.

Allí, esperaba reunirse con su viejo amigo Raimundo de Trípoli y así firmar y hacer patente la nueva alianza con el pueblo otomano, del norte. Raimundo no se había presentado a la cita a pesar de las prorrogas que se dieron para esperarle. Finalmente la alianza se selló sin la presencia de este. Se decía que asuntos muy importantes le retenían en Jerusalén, buscando una salida pacífica al enfrentamiento directo entre Guridas e hindúes.

Los informes decían que Raimundo finalmente había regresado a Trípoli tras cerrar las negociaciones con los lejanos reinos orientales y, así, él y su guardia real se habían puesto en marcha hacia la ciudad portuaria pues Balduino IV esperaba fervientemente el encuentro con el Regente.

Finalmente, entre la niebla la ciudad se apareció. Más cerca de lo que esperaban... Silenciosa... Macábra... La nave real atracó en el puerto, que estaba prácticamente vacío, al igual que la ciudad entera... Su Majestad, escoltado de su propia guarnición, se dirigió al castillo de la ciudad. El castillo se vislumbraba realmente fantasmagórico en medio de aquel día de niebla y de silencio. La escasa guardia de la fortaleza, no tardó en informar al Rey de la situación en la zona.

Los últimos nobles ayyubies que habían escapado y que habían rechazado unirse a la bandera latina, habían buscado refugio en el este, en una perdida fortaleza en el corazón de Arabia. Desde allí, y de una forma realmente sorprendente, habían conseguido levantar un ejército de hombres valientes, curtidos y preparados. Capaces de poner en jaque el propio Reino.

Con el ejército en Egipto, agotado tras la campaña, los ayyubies no tendrían problema para asaltar las ciudades de Tierra Santa. En torno a la fortaleza de Homs, al norte de Damasco, la enorme fuerza musulmana se había reagrupado, fresca y lista para vengar las pérdidas que habían sufrido ante la Corona de Jerusalén.

Para colmo de males, informaron los escasos guardias que aún se hallaban en Trípoli, las ciudades de Damasco y Aalbek estaban ya siendo asediadas por los herederos de Saladino. Era por ello que Raimundo había reclutado a todo aquel dispuesto a luchar por el reino y por los ideales que defendía y había partido hacia Aalbek, dispuestos a morir si hacía falta para liberar esa ciudad. De allí partirían a Damasco...

Balduino estaba realmente conmocionado ante aquel exceso de información tan negativa... Era inutil partir tras Raimundo, les llevaban días de ventaja y él y su pequeño pero fiel ejército poco podrían hacer ante las tropas enemigas aunque... Sí había algo que podían hacer...

Como Rey, era su misión dar el golpe clave. Atacaría en el corazón mismo de la nueva resistencia Ayyubi. Atacaría Homs. Él y su pequeño pero fiel ejército. Sabía que todos lo considerarían una locura, sobretodo teniendo en cuenta el estado físico del pobre Rey, achacado por enfermedades desde su infancia, pero debía demostrar porqué llevaba aquella corona y por qué ocupaba aquel trono. Al fín y al cabo... contaba con su pequeño pero fiel ejército...

Definitivamente, aquel derramamiento de sangre parecía que nunca acabaría... Y su real cargo no era una escusa para no participar en él, como un latino más...

Re: El Reino de los Cielos 13 Abr 2010 01:01 #43255

  • Jorghot
  • DESCONECTADO
  • Monje Naginata
  • Temas: 377
pero como nos dejas asi en ascuas!! :orate:
pa cuando la continuacion de esto!

Muy bueno xD
Si veis un soldado deshaliñado mal oliente y falto de? aseo, cuadraros pues es un valeroso soldado Español.

------

Para venir a Cartagena es necesario que el Rey de Ingalterra construya otra escuadra mayor, porque esta solo ha quedado para conducir carbon de Irlanda a Londres.

[size=150:j942xekj]Blas de Lezo
[/size]

Re: El Reino de los Cielos 13 Abr 2010 01:33 #43257

A día de hoy, tampoco hay mucho mucho que contar... Tendréis que dar tiempo a que las tropas graben nuevas gestas que inmortalizar y solucionen esta crisis!!

Re: El Reino de los Cielos 02 May 2010 02:59 #43939

Capítulo 7: Jaque al Rey
Ambientación

[youtube:3a70se40][/youtube:3a70se40]

El sofocante calor entraba desde el exterior de la tienda, que, a pesar de la sombra que generaba, apenas lograba amenizar el bochorno del desierto. Apenas tenía noción de los pasos que habían dado adentrándose en aquel infinito desierto de Arabia. La moral de sus escasos hombres, mermaba cada día, pero, a pesar de ello, todos pensaban luchar hasta el final. Hasta un final que ya parecía inminente. La persecución había llegado a su fin.

Un acalorado soldado se adentró en la tienda real a medio correr. Tomó aire unos segundos pues parecía bastante rendido por el esfuerzo, para el cual el peso de su armadura no debía de haber ayudado demasiado.

- ¡Bebe, hijo! ¡Refréscate antes de continuar! Pareces realmente abatido... - comenzó el Rey, animando con una dulce floritura de su dolorida mano a beber del agua, dulce, milagrosa y cristalina que todavía conservaban - Puedes proceder cuando quieras... - dijo trás unos segundos...

- Informe... - el soldado jadeo unos instantes tras empaparse en el depósito y comenzó. - El ejército al que perseguimos desde Homs desde los 4 días que han pasado desde nuestra heroica victoria, finalmente se ha decidido a plantarnos cara. Son superiores en número y de hecho han rodeado el campamento... Se prevé que ataquen mañana al amanecer...

- Bien, bien... Desde el principio estaban deseando esto... Alejarnos de nuestros suministros y forzarnos a luchar en el desierto, cubiertos en su superioridad numérica... Pero confían demasiado en ello... Dime, soldado. ¿Sabemos ya algo de la situación de Baalbek y Damasco?

- No, Majestad. Pero... - el soldado parecía bastante preocupado al llegar a este punto - Pero... parece que otro ejército se acerca por el oeste. Dicen que se trata del ejército que asediaba Damasco que viene aquí a reforzar al bando enemigo y a daros caza...

Balduino IV quedó mudo en este punto. De siempre, había sido un buen estratega. Debía de serlo, para superar así su terrible handicap físico. Y sabía que si el ejército enemigo se sumaba con otro, las escasas oportunidades de victoria se esfumaban como un espejismo en medio de aquel infernal desierto. Pero eso no significaba nada. Debía de seguir motivando a sus fieles hombres y actuando con honor hasta el final. A fin de cuentas... Era el Rey.

El soldado le observaba con intriga. Intentaba adivinar que pensamientos y sentimientos se escondían en aquel momento tras aquella perfilada máscara que protegía el destrozado y castigado rostro del sabio monarca. Esperaba algún signo de debilidad, no por que dudase de su rey, sino por ser una muestra de humanidad ante la obviedad de la fatal situación. Pero eso no iba a pasar.

- Entendido... Quiero a todo el mundo preparado. Que en una hora esté todo el mundo listo para atacar. Que ensillen mi caballo. Yo iré a la cabeza...

Todo tipo de pensamientos y ocurrencias fueron atravesando la mente de Balduino que veía como todo se disponía rápidamente para aquella temeraria acción que seguía sin asegurar nada. Veía ante sí la bella ciudad de Jerusalén. Sus calles... fuentes, mercados, hospitales, palacios, iglesias y mezquitas... No sabía si volvería a su ciudad. Al joven reino que representaba, reinaba y servía.

Se adentraba así por la puerta del Palacio de David. Sus hombres le saludaban en la entrada. Atravesaba los jardines. Vislumbraba la tranquila fuente en la que se había decidido el inicio de aquella guerra sin fin. Finalmente accedía al patio donde se reunía el Consejo de Nobles. Nada más entrar, sus mejores hombres le presentaban sus respetos. Balian de Ibelín estaba allí, vestido al estilo egipcio, portando su nuevo escudo de armas que juntaba la cruz de Jerusalén y los simbolos de Alejandría y Damasco. Frente a él, le saludaba el despiadado Reinaldo de Châtillon, con las enseñas propias de la ciudad de El Cairo.

Seguía avanzando y veía a los grandes reyes de los reinos aliados. Los líderes de Makuria y del Imperio Otomano estaban allí. Al final del camino y en el centro de la estancia, le esperaba de pie su amigo Raimundo.

- Sed valiente en la batalla Majestad... Allí nos veremos y podremos fin a todo esto...
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