El Santo Padre, desde su residencia en Vilna, hace saber al resto de la cristiandad que el rey Rukser de Alemania ha sido excomulgado y expulsado de la comunidad católica.
Este impio ser se ha levantado en contra de lo más sagrado y pretende erigirse en la cabeza de una religión basada en las más abyectas inclinaciones. Atreviendose a compararse al Altísimo ha cometido el más grave de los pecados.
Su malevolo plan es reducir el mundo a su voluntad y subyugar la voluntad de cuanto de bueno hay en la tierra.
Se le declara tambien, culpable de los cargos de herejía, asesinato y traición. Los agentes de la Inquisición ya se han movilizado y la hoguera está preparada.