Sobre la mesa del Gran Maestre estaba el documento que podía cambiar el destino de muchas almas. Tras intensas semanas de negociación, por fin la paz estaba cerca.
Antes de firmar, y con ello devolver la tranquilidad a las costas del Báltico, Mandonich Von Mortzadelheim releyó el pergamino:
" El Kaiser Rukser y sus aliados, reunidos en concilio con Loky I de Dinamarca, acuerdan y dictan las condiciones para alcanzar la paz:
Loky I de Dinamarca renunciará a sus derechos de las siguientes ciudades de Dinamarca en favor de los siguientes señores, considerandolos de aquí en adelante como sus legítimos dueños:
Hamburgo y Arhus: Emperador Rukser de Alemania
Hassleholm: Rey Klu de Polonia
Kalmar: Gran Maestre Mandonich
El primer ocupante de Visby fue la Orden teutónica, por tanto a la Orden pretenece por legítimo derecho de conquista sobre los rebeldes. Al ser Dinamarca la que desalojó a la Orden de Visby y no al revés, se entiede que el caso de Visby es una devolución y no una cesión.
Regne II, conde de Lituania, mantendrá la posesión de Reval y quedará reservada y nominalmente como suya la ciudad rebelde de Uppsala. Si alguna faccion involucrada en este tratado tomara Uppsala antes de que lo haga Regne, deberá entregársela lo más rapidamente posible por via diplomática.
Loky I de Dinamarca deberá dispersar toda su flota salvo una nave. En esta nave podrá embarcar todo el ejército que quiera. La Flota de la Orden teutónica escoltará este barco hasta el destino que su dueño elija. Después, deberá disolverlo.
Se intercambiarán acuerdos de paz, tratados de comercio e información del mapa con todas las facciones involucradas en este tratado.
Loky I de Dinamarca se declarará Vasallo del Emperador Rukser.
El rey de Dinamarca y su heredero deberán trasladarse hasta Praga y habitarán allí un fuerte que edificará el Emperador Germano. Vivirán allí como garante de la paz.
El Emperador Rukser y El Gran Maestre Mandonich Von Mortzadelheim regalarán 1000 florines cada uno al pueblo Danés para ayudarlo a recomponerse de tan cruenta guerra.
Que así sea si Dios lo quiere y que la armonia vuelva a tierras Cristianas pues así acordaron los grandes señores del Blatico.
El gran maestre asintió pensativo y firmó el documento. La paz había llegado.