El viajero olvida por un momento el miedo y el sabor de la bilis que aún tiene en la boca tras cruzar el temido mar del norte y se encoge en su capa mientras su barco cruza la niebla entre el sonido distante de los cuernos. Ante el se abre una tierra misteriosa, fría y cruel y no puede evitar preguntarse que tipo de gente puede vivir en un lugar tan hostil.
Tras desembarcar, avanza penosamente por un camino embarrado hasta llegar a una tosca empalizada que guarda un no menos bárbaro poblado. Sus guias, corpulentos y ceñudos lo llevan, más bien lo empujan, hasta un edificio un poco más grande que el resto. En su interior lo aguarda del rey de aquel pueblo y sus más cercanos guerreros.
Ante su presencia, el viajero enmudece y no alcanza a pronunciar las palabras de presentación que traía preparadas. Su timidez parece impacientar a los desaliñados hombres y, el que parece el lider del grupo avanza hacia él con una tosca espada en la mano y lo observa largamente antes de hablar con voz pausada y grave.
- Dinos, extranjero, que te trae a nuestra tierra. Se breve y no pongas a prueba nuestra paciencia...