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"El Camino del Daimyo"
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TEMA: "El Camino del Daimyo"

"El Camino del Daimyo" 13 Dic 2010 00:34 #50320






Bueno esta especie de manual venia en el cd original de primer Shogun. Básicamente es exacto al original salvo algunas cosucas que he eliminado. Espero que os guste y sirva para refrescarnos la memoria e ir metiéndonos en ambiente. A los que jugaron al primer Shogun espero que les traiga buenos recuerdos y les arranque alguna sonrisa.

Empezamos.

INTRODUCCIÓN

"Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no te pondrán en peligro ni cien batallas. Si no conoces al enemigo, pero te conoces a ti mismo, perderás una y ganarás otra. Si no te conoces ni a ti ni al enemigo, estarás en peligro en todas las batallas."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

El marco de Shogun Total War es el período Sengoku de la historia de Japón. Ni que decir tiene que, salvo que seas un historiador japonés, probablemente esto no te diga mucho. Pero cuando termines de leer esto y te pongas con el juego, habrás aprendido que esta es una de las épocas más trágicas y emocionantes de la historia de Japón. ¡De hecho es una de las épocas más trágicas y emocionantes de la historia de cualquier lugar del mundo!

"Actúa después de haber calculado la situación. El primero que conoce la noción de lejos y cerca gana: esta es la regla de la lucha armada."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

En el espacio de poco más de cien años, ejércitos de guerreros samurai lucharon por hacerse con el control de Japón. Estaban liderados por los daimyos, un grupo de poderosos señores de la guerra. Sin duda muchos eran héroes, pero muchos otros era monstruos. A todos les unía la ambición y tú estás a punto de meterte en medio de esta lucha épica. La recompensa será el título de Shogun, dirigente militar de Japón. ¡El precio por el fracaso será tu muerte y la de tu clan!

"Percibir la victoria cuando es de todos sabida no supone especial destreza... No se necesita mucha fuerza para levantar un cabello, no hace falta tener una vista perfecta para contemplar el sol y la luna y no es necesario tener un oído muy fino para oír el trueno."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra
"Los que saben cuando luchar y cuando no salen victoriosos."
Sun Tzu, El Arte de la Guerra

HISTORIA DE JAPÓN

La acción militar es importante para la nación: es el fundamento de la vida y la muerte, el camino hacia la supervivencia y la destrucción, así que es crucial estudiarla.
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra
"Siempre hay un momento y lugar para utilizar las amas".
— Miyamoto Musashi, El Libro de los Cinco Anillos, El Libro de la Tierra



Como muchos pueblos, los japoneses tienen un mito de la creación que les convierte en hijos de los dioses. Las propias islas surgieron cuando los dioses Izanagi e Izanami estaban en el puente del cielo y removieron las aguas de la Tierra con una lanza. Las gotas de agua que cayeron de la punta de la lanza se unieron hasta convertirse en las islas de Japón. Entonces la pareja bajó y clavó la lanza como el mástil central de su casa. Se había creado Japón.

Izanagi y Izanami tuvieron hijos. La primera fue Amateratsu, la Diosa del Sol, pero como en las mejores familias surgieron problemas. Izanagi dio muerte a su segundo hijo, el Dios del Fuego, que causó a su madre, Izanami, un gran dolor al nacer. Izanami huyó para refugiarse en el Infierno, por la profunda pena que sentía por el asesinato. Susano-o, su otro hijo, era propenso a los ataques de furia. Su violento comportamiento le llevaba a lanzar rayos al cielo y hasta le tiró un caballo muerto a Amaretsu, obligándola a esconderse en una cueva. Con la Diosa del Sol oculta, el mundo se sumió en las tinieblas. Amateratsu salió de su refugio engañada por la visión de su hermoso reflejo en un espejo y de un collar de joyas preciosas …
Al final Susano-o intentó corregir sus malas maneras matando una gran serpiente de ocho cabezas y colas. A la serpiente le gustaba devorar doncellas además de ser aficionada al sake. Susano-o aprovechó sus debilidades para hacer que la serpiente cayera en una trampa, y ¡le dio muerte cuando estaba bebida! Al hacerla trizas, encontró una espada incrustada en la cola, que le regaló a Amateratsu. Se llamó la Ame no murakomo no tsurugi o "Espada Haz de Nubes."

Por ser la primogénita, Amateratsu heredó la tierra y con el tiempo envió a su nieto, Ninigi, para que gobernase Japón. Le concedió tres regalos: el espejo, las joyas del collar y la "Espada Haz de Nubes" para facilitarle la labor. Estos regalos divinos se convirtieron en las Joyas de la Corona Japonesa. Ninigi abandonó el cielo y gobernó Japón. Le sucedió en el trono su nieto Jimmu, que fue el primer Emperador terrenal de Japón. Subió al trono el 11 de febrero del 660 a.C., una fecha que sigue siendo fiesta oficial hoy en día. El actual emperador es un descendiente directo de este primero.

Hacia el 200 AC, el Emperador Sujin y su hijo el Príncipe Yamato (más adelante Emperador Keiko) son los artífices de un importante cambio en la historia japonesa. En esta época la nación estaba dividida en muchos clanes, de los cuales el más poderoso era el de la familia Imperial Yamato. Los Yamato, así llamados por su provincia natal en Honshu central, era otro clan entre muchos, pero reivindicaron su derecho a gobernar porque eran descendientes directos de la Diosa del Sol, Amateratsu. Sujin fue el primer Emperador que nombró a cuatro generales para acabar con los rebeldes de su reino. A cada general se le concedió el título de Shogun, que se puede traducir como "Comandante en Jefe" en este momento de la historia. Yamato Sujin es una figura medio mito, medio histórica. Es el prototipo de los posteriores héroes samurais: un guerrero hábil y noble, acosado y al que finalmente sus muchos enemigos consiguieron dar caza. Aunque su final fue trágico, al final tuvo una muerte digna.

Japón en la antiguedad

"Antiguamente, los grandes guerreros se hacían invencibles y luego buscaban la vulnerabilidad de sus oponentes."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

De forma más realista, pero mucho menos romántica, las excavaciones arqueológicas han revelado que en Japón hay humanos desde hace unos 100.000 años. Los primeros habitantes de Japón fueron los Ainu, un pueblo que no estaba relacionado con los Mongoles que llegaron y fueron expulsándolos gradualmente hasta que los Ainu quedaron reducidos a la isla de Hokkaido. Los pueblos que iban llegando se escindieron en líneas tribales y clanes, pero con el paso del tiempo el clan Yamato llegó a dominar desde su posición central en la llanura de Kanto. Los caciques de Yamato también afianzaron su poder, convirtiendo una forma temprana de Shinto en la religión oficial del país. Después de todo, ¡rebelarse contra un descendiente de Dios no es tan fácil como luchar contra otro señor de la guerra!

Durante el primer gobierno de Yamato la influencia del continente se dejó notar en la cultura japonesa. En comparación, tanto China como Corea habían progresado hasta alcanzar un alto nivel de civilización. Gracias a la relativa facilidad de desplazamiento y comercio desde el reino de Paekche en Corea del Sur, llegó la escritura, la literatura y filosofía chinas a las tierras de Yamato. El régimen de Yamato adoptó incluso la caligrafía china para sus documentos y las primeras muestras fidedignas de la historia japonesa se remontan al 430 D.C. Los Yamato también importaron una religión: el Budismo, que arraigó en Japón unos 100 años más tarde. Por su situación insular Japón gozaba de dos ventajas: se podía introducir en el país cultura, tecnología e ideas, pero el viaje a Japón era lo suficientemente difícil para mantenerlo alejado de ideas e influencias no deseadas. Dicho esto, el gobierno de Yamato se basaba profundamente en el sistema chino: había ocho rangos bien establecidos de oficial de corte y un gran consejo, el Dajokan, dirigido por gobernadores locales. Todo se controlaba desde la capital, Nara, en la provincia de Yamato después del 710 D.C., mientras que Kioto se convirtió en centro imperial y lo siguió siendo hasta 1868.
Aunque los Yamato llegaron a gobernar todo Japón, hacia el siglo IX los Emperadores ya se desentendían de la tarea diaria de gobernar la nación. Se convirtieron poco a poco en símbolos del poder más que ejercerlo. A medida que los Emperadores se fueron retirando del gobierno, el control pasó a los oficiales de la corte, sobre todo a la familia Fujiwara. Los Emperadores siguieron reinando, pero ya no gobernaban el país. En el 585 D.C. un príncipe de Fujiwara, Yoshifusa, se convirtió en regente de su nieto de un año (asegurándose de que su hija se había casado con un pariente de la familia imperial). Los Fujiwara también se aseguraron de que los miembros de la familia ocuparan todos los puestos importantes en la corte y en la administración pública del país. En el 884 Fujiwara Motosune acabó por proclamarse kampuku o "dictador civil". Un siglo más tarde le sucedió el más brillante de los Fujiwara, Michinaga. Consiguió que cinco emperadores sucesivos se casaran con una de sus hijas, asegurando la permanencia de la familia en la Corte.
El período de los Fujiwara fue la época en que la cultura japonesa afirmó su identidad, abandonando sus raíces predominantemente chinas. La dictadura de Michinaga es una de las eras clásicas de la literatura japonesa, por ejemplo. Sin embargo y al mismo tiempo, los Fujiwara cambiaban la forma de gobierno en Japón. El gobierno central era corrupto y débil. La propiedad de la tierra dio un giro hacia enormes fincas. A los nobles que ostentaban cargos oficiales, se les concedían tierras libres de impuestos por herencia como forma de pago. Muchos campesinos y terratenientes menores estaban encantados de traspasar sus propiedades a estas personas para evadir los elevados impuestos que se les imponían.

El augue de los Samurais


"En términos generales, el Camino del guerrero es la firme aceptación de la muerte."
— Miyamoto Musashi, El Libro de los Cinco Anillos, El Libro de la Tierra


Más o menos al mismo tiempo, los samurais adquirían más importancia que cualquier otro grupo de luchadores. Al igual que los caballeros medievales de Europa, los samurais eran los líderes de los soldados de a pie. Y por lo mismo, ser samurai también suponía un grado de servidumbre a un superior. En el caso de éstos, servían al Emperador, a un noble o a un señor de la guerra.

El gobierno imperial utilizó eficazmente a los samurais para sofocar rebeliones, pero con el cambio de poder en manos de los poderosos terratenientes, su lealtad también se vio alterada. Los samurais pasaron a servir y proteger a los grandes señores, luchando contra otros del mismo título, bandidos y lugareños rebeldes. Aunque muchos de estos samurais procedían de familias humildes, los clanes que prosperaron y atrajeron aliados pudieron encontrar los orígenes de sus antepasados siglos atrás, normalmente en parientes imperiales menores desterrados de la Corte y que probaron fortuna en otros lugares. Entre estos clanes de samurais aristocráticos destacaban los Minamoto al este y los Taira al oeste de Japón.

No conformes con la simple servidumbre, los samurais empezaron a interferir en la política de gobierno. Merece la pena repasar las acciones militares y políticas que se llevaron a cabo en las siguientes décadas, porque marcaron la pauta para la posterior historia de Japón: un patrón de despiadada política del poder, donde los ganadores se lo llevaban todo y los perdedores, en fin, pues perdían la cabeza.

En 1155 hubo una crisis en la sucesión imperial. Había dos ex-emperadores en la Corte y el Emperador Konoe era un niño enfermizo. Cuando le envenenaron, el clan Fujiwara respaldó al Ex-Emperador Sotoku. Pero su padre, el ex-Emperador Toba insistió en que otro de sus hijos debía ser el nuevo emperador y, en consecuencia, Go-Shirakawa subió al trono. Sin embargo, Toba murió en 1156 y ambos Emperadores convocaron a sus partidarios para que se trasladaran a la capital. Los clanes de Taira y Minamoto divididos por lealtades personales, pero lo importante del asunto era que los propios samurais iban a decidir el curso de la política imperial, no los oficiales de la corte de Fujiwara.

"El Camino del guerrero es la muerte. Así, hay que elegir la muerte, siempre que tengamos la opción entre la vida y la muerte. Ni más ni menos significa esto: llevar a buen término las cosas, ser decidido."

— Yamamoto Tsunenori, Ha Gakure (Hojas Ocultas)

En la Batalla de Hogen, los samurais de Sotuku fueron derrotados. El Emperador Go-Shirakawa esperaba que los samurais derrotados pagarían un precio por su acto de rebeldía. El único samurai Taira importante que apoyó a Sotuku gustaba tan poco a sus parientes que su ejecución fue pan comido para el líder del clan, Taira Kiyomori. La familia Minamoto había respaldado a Sotuku con gran resolución y el líder del clan, Minamoto Tameyoshi, fue sentenciado a muerte bajo las órdenes de su hijo, Yoshitomo, en un acto de lealtad. El hijo de Tameyoshi (y hermano de Yoshitomo), Tametomo, fue lisiado y exiliado, pero se convirtió en uno de los primeros samurais que se suicidó haciéndose el hara-kiri: Se abrió el estómago en canal.

Con todas estas muertes, el clan Taira pudo ascender al poder en la Corte Imperial. Una vez que se sintió a salvo, el emperador Go-Shirakawa decidió que ya había gobernado lo suficiente y abdicó a favor de su hijo, Nijo. Taira Kiyomori siguió el ejemplo de Fujiwara, se declaró Primer Ministro e instauró unas normas según las cuales, las esposas imperiales y concubinas procedían de su clan. Sin embargo, seguía habiendo miembros del clan Minamoto en la corte y algunos del clan Fujiwara les convencieron de que la venganza era una buena idea. Aún así, los Minamoto no quedaron convencidos.

En esta ocasión, entre 1159-60, la guerra civil que se sucedió fue una lucha sencilla entre los Taira y los Minamoto. Aunque inicialmente la guerra favoreció a los Minamoto, los acontecimientos pronto se volvieron contra ellos. Los Taira atacaron los cuarteles generales de los Minamoto y les arrastraron a un contraataque que falló cuando Minamoto Yorimasa se negó a unirse, porque no podía violar su deber para con el emperador. Los Minamoto que sobrevivieron fueron perseguidos y sacrificados sin piedad.

Minamoto Yoshitomo huyó con tres de sus hijos, uno de los cuales, Tomonaga, estaba tan gravemente herido que le rogó a su padre que lo matara para que los otros pudieran correr más rápido. Yoshimoto lo hizo, pero en vano. Fue capturado y asesinado mientras tomaba un baño, cogido por sorpresa cuando pensaba que había escapado a sus perseguidores. Taira Kiyomori decapitó al clan Minamoto, literalmente. Ni Tomonaga pudo huir de su último castigo, aunque su padre ya le había matado. Su cuerpo fue desenterrado y decapitado también.

La guerra Gempei


"Un buen ejército debe ser como una serpiente veloz que cuenta con su cola cuando alguien le golpea la cabeza, cuenta con su cabeza cuando le golpean la cola y cuenta con ambas cuando le golpean en el medio. ¿Puede ser un ejército como esta rápida serpiente? Por supuesto. Hasta los que se odian se ayudarán mutuamente, si reman en la misma galera."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

Aparentemente Taira Kiyomori era inatacable. Había vencido a sus rivales samurais y a los Fujiwara en su propio terreno. En 1180 su nieto (por parte de hija), el emperador Antoku, subió al trono. Sin embargo, Kiyomori no había matado a todos los Minamoto y al cabo de 20 años los supervivientes se fortalecieron lo suficiente para enfrentarse a él de nuevo.
La Guerra Gempei duró cinco años. El nombre procede de la pronunciación china de los ideogramas de los nombres de los clanes Taira y Minamoto. Una vez más los Minamoto (y Fujiwara) se opusieron a los Taira, pero en esta ocasión contaron con el respaldo de los sohei, monjes guerreros de los templos de Nara y Kioto. Como una nota al margen, conviene recordar que estos monjes guerreros, además de ser monjes, también eran luchadores fanáticos e intervinieron en los puntos críticos de la historia de Japón, como en este caso. Sin embargo, los Taira salieron victoriosos al principio, derrotando al ejército Minamoto en las batallas de Uji y Ishibashiyama.
En 1183 el curso de la guerra cambió a favor del clan Minamoto. Lograron una serie de victorias brillantes, que culminaron en 1185 con la Batalla de Dano-Ura. Tanto los Taira como los Minamoto se embarcaron en flotas de barcos de guerra y pusieron rumbo a los Estrechos de Shimonoseki. En medio de la flota de los Taira estaba el Emperador Antoku. Seguía siendo un niño y el símbolo de los Taira y la legitimidad Imperial y, por tanto, un importante elemento para que éstos aspirasen al gobierno Japón. Lo que ocurrió en la Batalla de Dano-Ura fue casi una batalla terrestre librada de barco a barco. Se dice que el mar se tiñó de rojo por la sangre, mientras los Minamoto aplastaban al ejército Taira. El desafortunado Emperador Antoku se ahogó y la réplica (de gran contenido simbólico) de la Ame no murakomo no tsurugi, la "Espada Haz de Nubes" que la Diosa del Sol le entregó al primer Emperador se perdió también por la borda. Afortunadamente sólo era una réplica, pero el daño simbólico fue casi tan profundo como si se hubiese tratado del original. Si resulta extraño, merece la pena recordar que los Emperadores eran, para todos los clanes enfrentados que pretendían controlarlos, los descendientes directos de la Diosa del Sol y tan importantes para su simbolismo como para cualquier poder terrenal que pasaba por controlarlos.

Los primeros Shoguns

"Así uno avanza sin buscar la gloria, se retira sin evitar la culpa, protegiendo sólo al pueblo en beneficio del gobernante y presta por tanto un servicio muy valeroso al país."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

Al asegurarse la victoria militar, Minamoto Yoritomo no se preocupó de ninguna de las maniobras políticas en la Corte que habían utilizado los Taira y Fujiwara. Basaba su poder en los ejércitos, no en las relaciones imperiales con familiares. El Emperador tuvo que retirarse, convirtiéndose en un símbolo. Yoritomo asumió el titulo y puesto de seiitaishogun (normalmente abreviado como shogun), o "comandante en jefe para eliminar a los bárbaros". Yoritomo también desplazó el centro del poder a Kamakura en la llanura de Kanto, cerca del Tokio actual. La antigua corte imperial quedó relegada al olvido y se convirtió en algo irrelevante para el gobierno del país.

Sin embargo, al final, el clan Hojo sustituyó a la familia Minamoto. Lo consiguieron a través de una serie de asesinatos y conspiraciones bien meditados que acabaron con todos los herederos Minamoto y muchos de sus partidarios. No obstante a los nuevos gobernantes Hojo nunca les interesó convertirse en shoguns. En su lugar nombraron a una serie de títeres para el papel, incluyendo a algunos hijos jóvenes. Los Hojo gobernaban como shikken, o regentes, lo cual significaba que había un testaferro gobernando en nombre para un Emperador distante y simbólico, mientras que una tercera persona con poder real dirigía en realidad el país …
Este arreglo incómodo en apariencia funcionó bastante bien para que los Hojo se mantuvieran en el poder hasta 1333. En 1274 y 1281 los Hojo lograron organizar la resistencia japonesa a dos invasiones de Kublai Khan, el líder de los Mongoles. La expedición de 1281 quedó finalmente destruida por el kami-kaze, el viento divino que salvó a Japón. Pero tras vencer a los mongoles, los recursos de los Hojo habían quedado mermados y el poder se le escapó al clan. Fueron incapaces de resistir a una Restauración Imperial destinada a reinstaurar en el poder al Emperador Go-Daigo y la capital de shogunato Kamakura (que los Hojo habían mantenido) cayó en 1333.

Go-Daigo trató de reinstaurar el sistema administrativo imperial y abolir el shogunato, pero sus intentos quedaron frustrados cuando sus vasallos Ashikaga se rebelaron. Los Ashikaga expulsaron al Emperador Go-Daigo de Kioto y proclamaron a otro Emperador, que se sometía a su directo control. Las "Guerras entre las Cortes" duraron 56 interminables años, mientras que Go-Daigo y sus herederos luchaban contra los shoguns de Ashikaga y sus emperadores. Sin embargo en 1392 un embajador Ashikaga convenció al Emperador enemigo (y verdadero) para que abdicase y entregase las Joyas de la Corona y otras insignias imperiales. Con sus títeres como Emperadores legítimos, los shoguns Ashikaga hicieron valer sus méritos, pero su poder iba a ser relativamente efímero. El período Ashikaga fomentó el cuidado de la educación, las bellas artes y las obras literarias y marcó por casualidad el auge del budismo como fuerza política.
En 1441 el shogun Ashigaka Yoshinori fue asesinado y le sucedió su hijo de ocho años, que también murió y fue sustituido por su hermano menor, Yoshimasa.
Aunque se mantuvo como shogun 30 años, Yoshimasa no pudo, o mejor dicho, no hizo lo posible por detener el declive de la fortuna familiar. El poder real había pasado del shogun a las otras grandes familias de samurais que se habían convertido en una clase de señores feudales de sucesión hereditaria, llamados daimyos. Los shoguns Ashikaga nunca pudieron controlar a estos daimyos y con este fracaso nos adentramos en un siglo de terrible violencia.

El País en Guerra

"Enfrenta a tus tropas con la aniquilación y entonces sobrevivirán; súmelas en una situación mortífera y saldrán de ella con vida. Cuando las personas caen en peligro, pueden luchar duramente por la victoria."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

La época que abarca los años 1477-1615 se llama Período Sengoku, que se traduce por "El País en Guerra".

Mientras que los shoguns Ashikaga se interesaban cada vez más por las complejidades de la ceremonia del té y los vericuetos de la poesía, otras fuerzas se ponían en marcha. La palabra daimyo se puede traducir como "alguien que aspira a algo mejor" ¡y la aspiración al poder no era precisamente notable por su ausencia entre los daimyos! Todos eran ambiciosos y los más grandes alimentaban el sueño de sustituir el Shogunato de Ashikaga. Cosa bastante comprensible, por cierto, ya que los Ashikaga no eran capaces de gobernar de forma eficaz. Ashikaga Yoshimasa, por ejemplo, trató de abdicar como Shogun e incluso empeñó su armadura para pagarse sus estéticos (y caros) pasatiempos, ¡como sus fiestas de contemplación de las flores! Esto es lo que menos cabe esperar de una persona cuyo título significa "Comandante en jefe que sojuzga a los bárbaros" y con esta clase de comportamiento no se iba a controlar a los daimyos cada vez más beligerantes, que tenían pocos motivos para respetar la autoridad del Shogunato.

Los Ikki y los Ashigaru

"Utilizar el orden para resolver el desorden y utilizar la calma para resolver los asuntos acuciantes es dominar el corazón."

— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

Los daimyos no eran los únicos que aspiraban a algo mejor. Y llegados a este punto, es necesario que nos remontemos un par de décadas a los primeros años del siglo XIV. En esta época la habitual docilidad de los campesinos había llegado a su fin. En general, y a diferencia de otros campesinos europeos de la misma época, éstos no solían ser objeto de los ejércitos que irrumpían en sus campos y los pisoteaban. Aparte de robarles o estropearles la cosecha, no tenían que preocuparse por los males de la guerra y los actos pudieran atentar contra sus vidas. No era nada probable que asesinaran a los campesinos, violaran a sus mujeres o les obligaran a realizar el servicio militar en uno u otro ejército.

En vez de eso tenían otro problema: los hombres de los impuestos del Shogun. Los pasatiempos caros y los gustos refinados no se pagaban solos y los recaudadores de impuestos de Ashikaga obtenían ese dinero con suma eficacia. En ocasiones llegaban a retirarles hasta un setenta por ciento de la cosecha. A cambio, los campesinos no conseguían nada y no sólo sufrían los que estaban al final de la escala social. Siempre existieron los ji-samurais, una clase de "terrateniente" entre los samurais que no hacían más que luchar y los campesinos que no hacían más que trabajar la tierra. Como los campesinos menores, también se les acribillaba a impuestos o se tenían que buscar la protección del daimyo, a cambio de entregar todas sus tierras al clan del mismo, por supuesto.

Sin embargo todo esto cambió con la creación de ligas de ayuda mutua o ikki entre los ji-samurais y los campesinos.
Eran la expresión manifiesta del descontento social y suscitaron una serie de revueltas campesinas: en 1428 un alzamiento en Kioto desencadenó revueltas en todo Japón. En 1441 los ikki volvieron a Kioto, con motivo de los elevados impuestos y deudas interminables, llegando casi a sitiar la ciudad en un estallido de disturbios e incendios provocados. Tras una semana de violencia, el Shogunato condonó las deudas de los campesinos para con los prestamistas y dueños de casa de empeño (que no logró nada del Shogun para con esto últimos) y marcó la pauta para el comportamiento futuro de los ikki. Volvieron a Kioto en 1447, 1451, 1457 y 1461. En 1457, por ejemplo, los ikki consiguieron derrotar a un ejército de 800 samurais, enviados para enfrentarse a ellos.

"El Camino significa conseguir que las gentes tengan el mismo objetivo que el caudillo, para que compartan la muerte y compartan la vida, sin miedo al peligro."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

La otra forma de que los campesinos eludieran estos impuestos abusivos era escapar y unirse a uno u otro ejército del clan bajo el daimyo. Todo lo que necesitaban era una armadura y armas, y era fácil conseguirlas; gracias a los años de guerra, Japón era un país que "flotaba" en armamento. La posibilidad de ascenso en las filas de los campesinos era escasa, pero existía y siempre había botines que tomar. Estos soldados campesinos, los ashigaru (o "pies ligeros", traducido directamente) eran de gran valor para un buen comandante, aunque su disciplina dejara mucho que desear. Desde el primer momento los ashigaru eran conocidos por sus saqueos y su moral no era la de los verdaderos samurais. Pero en las guerras sucesivas, todos los daimyos hicieron uso de las tropas de ashigaru para apoyar a sus guerreros samurais, pues se convirtieron en una fuente indispensable y relativamente barata de poder militar.

También es importante hacer hincapié en que los ashigaru y los ikki supusieron un cambio radical en el modelo social de Japón y en la guerra de la época. Marcaron el inicio de una tendencia que los historiadores japoneses coincidieron en llamar gekokujo, o "los inferiores oprimen a los superiores". Ésta iba a culminar durante el período Sengoku, en que los vasallos derrocaron a algunos clanes guerreros establecidos, señores feudales a los que deberían haber sido leales hasta la muerte.

Pero estaba claro que con todas estas dificultades y cambios lentos en el "orden natural" de la jerarquía japonesa, el Shogunato de Ashikaga no estaba en situación de imponer condiciones a los daimyos, cuando tenía que dejar paso a simples campesinos. Había llegado el momento de inquietarse y la inquietud no tardaría en dejarse notar.

La Guerra Onin

"Actúa después de haber calculado la situación. El primero que conoce la noción de lejos y cerca gana: esta es la regla de la lucha armada."

— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

El inicio de la Guerra Onin en 1467 marca el verdadero comienzo del Período Sengoku, aunque ya hemos analizado los indicios visibles del final del antiguo orden mucho antes de esta época. Se llamó así, porque la lucha empezó en el primer año del período Onin y fue poco usual, porque casi toda la lucha inmediata se libró dentro de la ciudad de Kioto. Incluso tras los disturbios ocasionados por los Ikki en las décadas anteriores, la capital seguía siendo la ciudad más maravillosa de Japón.

Aparentemente la Guerra Onin empezó cuando el Shogun Yoshimasa (el mismo que había intentado empeñar su armadura para pagar la ceremonia del té) proclamó a su hermano, Yoshimi, como heredero a Shogun. Llegó hasta sacarlo a rastras de un monasterio con el objeto de lograr su propósito, para gran sorpresa del pobre hombre. Un año más tarde cambió de opinión cuando nació su primogénito, Yoshihisa. Al mismo tiempo, los clanes de Yamana y Hosokawa habían sido rivales durante años, interfiriendo en los asuntos ajenos con más o menos éxito. Con dos aspirantes a Shogun en potencia, era casi inevitable que cada familia optaría por respaldar a un lado diferente. Yamana Sozen, llamado el "Monje Rojo" por su temible carácter y pertenencia al sacerdocio, decidió apoyar al infante heredero, Yoshihisa. Hosokawa Katsumoto por otro lado, puso a su clan del lado de Yoshimi, el hermano del shogun del momento. Para añadirle leña al fuego y hacerlo más amargo y personal, los dos líderes eran parientes, ya que Yamana Sozen era el suegro de Hosokawa Katsumoto.

Ambos lados reunieron a sus ejércitos en Kioto. Los Yamana congregaron a 80.00 samurais y otros soldados, mientras que las fuerzas Hosokawa ascendían a unos 85.000 hombres. Las cifras son interesantes y demuestran lo rico que era Japón en esa época. Si lo comparamos con los ejércitos europeos en el mismo período, son números que dan vértigo, sobre todo si se recuerda que se trata de ejércitos de clanes. Por ejemplo, durante las Guerras de las Dos Rosas en Inglaterra (una guerra civil al otro extremo del mundo que ocurría al mismo tiempo), los ejércitos rara vez superaban los 10-12.000 hombres en cada bando.

"Cuando vas a atacar cerca, haz como si fueses a atacar muy lejos; cuando vas a atacar más alejado, haz como si fueses a recorrer una distancia corta. Arrástralos con vistas a la victoria, haz que se confundan."

— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

Sin embargo ningún lado pudo empezar a causar problemas. La parte que oficialmente atacara primero corría el riesgo de que el débil shogunato los considerara rebeldes. Y al ser tachados de rebeldes, perderían respaldo. No obstante al final la tensión se hizo insoportable. Con otros 20.000 hombres de Yamana que marchaban sobre Kioto, una mansión de Hosokawa quedó misteriosamente reducida a cenizas. Más tarde las tropas de Hosokawa atacaron una línea de provisión de alimentos de Yamana. La lucha más en serio no tardó mucho en empezar y hacia julio de 1467 (sólo dos meses después de que empezara la batalla de Kioto) la parte septentrional de la ciudad estaba en ruinas. Ambos lados se asentaron tras unas barricadas improvisadas y empezaron una guerra estática de ataques y contraataques. Todo el que podía huyó de Kioto y los ejércitos asumieron el poder.

La guerra prosiguió sin descanso, ya que ningún lado daba con la manera de detener el combate. Yamana Sozen y Hosokawa Katsumoto murieron en 1473 y la guerra se alargó. Sin embargo al final los Yamana cedieron, ya que la etiqueta de "rebeldes" por fin causaba efecto. Ouchi Masahiro, unos de los generales de Yamana, acabó quemando su sección de Kioto y se retiró. Era el año 1477, ¡unos diez años después del comienzo de la lucha! Kioto fue saqueado en ese momento pues las masas se trasladaron allí para tomar los restos. Ningún clan logró alcanzar sus objetivos, sólo matar a algunos hombres del rival.

Durante todo este tiempo, el Shogun permaneció impasible. Se puede decir que Ashikaga Yoshimasa sólo tenía un "conocimiento de pasada" sobre la realidad. Obviamente no parecía importarle mucho lo que ocurría en Japón. Mientras Kioto estaba sumido en el caos, se pasaba el día leyendo poesía y dedicándose a otros eventos culturales y planificando la edificación del Ginkaku-ji, un Pabellón de plata que competía con el Pabellón Dorado que su abuelo había construido.

Sin embargo, la lucha en Kioto tuvo graves consecuencias en todo Japón. La Guerra Onin (y la falta de respuesta por parte del shogun) "toleró" guerras privadas entre los daimyo, que se propagaron hasta que ninguna parte del país estaba libre del brote de violencia. A los daimyos no se les escapó que ahora eran libres de zanjar cualquier disputa con el acero de sus espadas. Al fin y al cabo, ¿quién iba a detenerles?

Los Ikko-Ikki

"Cuando la intensidad del torrente de agua llega al punto de mover las rocas, es la fuerza del momento. Cuando la velocidad del halcón es tal que puede atacar a su presa y matarla, eso es precisión. Lo mismo ocurre con los guerreros victoriosos."

— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

Aunque se abandonaron las batallas de Kioto, la guerra se había extendido al resto de Japón. En la provincia de Yamashiro, el clan Hatakeyama se dividió en dos facciones que lucharon entre sí hasta llegar a quedar paralizadas. Sin embargo este punto muerto iba a traer graves consecuencias. En 1485 los campesinos y ji-samurais (samurai menores), hartos de la situación, se rebelaron. Enviaron su propio ejército y obligaron a los ejércitos de los clanes a abandonar la provincia. Los ikki se estaban convirtiendo en una gran potencia, nada que ver con la idea del populacho armado. En 1486 incluso llegaron a establecer un gobierno provisional en la provincia de Yamashiro.

En la provincia Kaga las cosas llegaron aún más lejos. Fundada en el siglo XIII, los Ikko eran una secta de Budistas Amida que obtenían parte de su apoyo de las clases campesinas. A diferencia de otras sectas budistas de cariz más bien aristocrático, los Ikko hicieron todo lo posible por convocar a la gente corriente, lo cual les otorgó un enorme poder práctico. Tal vez de forma algo ingenua, unos de los señores destacados de la provincia de Kaga, Togashi Maschika, consiguió su apoyo en la Guerra Onin. Al reclutarlos en su ejército, los Ikko evolucionaron hasta convertirse en los Ikko-ikki, una fuerza de fanáticos guerreros sagrados. Los jefes de los Ikko-ikki les convencieron de que el paraíso era la recompensa por morir en la batalla y así no se amilanaban ante el peligro. Cuanto menores eran sus probabilidades de vencer, con más vigor luchaban los Ikko-ikki.

Togashi Maschika se había creado problemas. En 1488 los Ikko-ikki se rebelaron, lo expulsaron de Kaga y se hicieron con el control de la provincia. En 1496 empezaron a construir una "catedral" fortificada como cuartel general en la desembocadura del Río Yodo Eligieron bien el emplazamiento para el Ishiyama Hongan-ji, ya que el Castillo de Osaka, donde se libraron las batallas del período Sengoku unos cien años más tarde, se construyó al final en el mismo lugar. Como antes (con los ikki), el auge de los Ikko-ikki fue parte del proceso de gekokujo: "los inferiores oprimen a los superiores."

Derrocamiento y Traición

"Humíllate para que el enemigo se crezca. Cánsalo huyendo. Indúceles a que se dividan. Cuando estén desprevenidos, ataca y da el paso cuando menos se lo esperen."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra



Mientras la Guerra Onin se extendía al resto de Japón, otros daimyos aprovecharon la oportunidad para arreglar cuentas pendientes (y ganaron terreno a expensas de sus vecinos) con resultados variopintos. El sistema se basaba en principios sencillos, casi darwinianos: la supervivencia de los más aptos era lo único que importaba, sin importar cómo se conseguía sobrevivir. Y no todos los clanes sobrevivieron en los años sucesivos. Hacia 1500 los Shiba e Isshiki, así como los Hatakeyama de Yamashiro e incluso el poderoso clan Yamana se las habían arreglado para aniquilarse unos a otros. No sólo eran los únicos que sufrían. Una familia perdía bastante más de lo esperado, dada la veneración hacia ellos que había sido costumbre. La familia imperial estaba prácticamente arruinada y ni siquiera pudo pagar el funeral del Emperador Go-Tsuchi-Mikado en 1501. La coronación del Emperador Go-Nara tuvo que posponerse 20 años hasta que los ikki (de todos los pueblos) le dieron el dinero suficiente para pagar la ceremonia. Go-Nara vivió en una cabaña de madera y hasta tuvo que humillarse vendiendo su autógrafo; el shogunato de Ashikaga era igual de pobre.

A pesar de todos los intentos y buenos propósitos, el gobierno central se desvaneció. Los daimyos eran libres de hacer tantas guerras como querían o podían permitirse. Las familias de samurais menores podían soñar con alcanzar un mayor poder y se robaban la tierra unos a otros. La historia de Ise Shinkuro es un ejemplo muy ilustrativo. Era un samurai bastante gris hasta que decidió involucrarse en los asuntos internos de los Ashikaga. A Ashikaga Chacha se le había ordenado que se uniera al sacerdocio, pero se negó a hacerlo. Shinkuro asumió la tarea de acosar a Chacha y le obligó a suicidarse. La recompensa de Shinkuro fue la Maestría de Izu y no perdió el tiempo en cambiar su nombre por el de Hojo Soun (por la misma época también había decidido tomar un nombre budista). Evidentemente los Hojo habían sido gobernantes de Japón cientos de años atrás, pero Shinkuro (o Hojo Soun) no tenía ninguna relación con la familia ¡hasta que se casó con una hija de un descendiente lejano del primer Hojo!

Hojo Soun decidió entonces expandir sus tierras. En una caza del ciervo tuvo la oportunidad de asesinar a un señor de los alrededores y asumió el control de Odowara. Más delante se desplazó con seguridad a las provincias de Sagami y Musashi y acabó por ampliar sus posesiones hasta la llanura de Kanto. Esperó a que la familia Uesugi estuviera ocupada en sus propios problemas y consiguió tomar el castillo de Edo, la antigua capital imperial (y ahora el actual Tokio). El hijo de Soun, Ujitsuna y su nieto, Ujiyasu, continuaron sus batallas contra los Uesugi y les derrotaron en 1542 en el Castillo de Kawagoe. Lo interesante de este relato es que Hojo Soun (o Ise Shinkuro) no procedía de ningún lugar y, con el paso de tres generaciones, él y su familia se habían repartido unos dominios significativos. Lo consiguieron gracias a la traición y violencia contra sus "superiores", algo que nunca habría ocurrido si el shogunato de Ashikaga se hubiese dedicado a cumplir con su tarea.

El clan Uesugi también estaba ocupado en otros asuntos. Su general más famoso, Uesugi Kenshin, fue adoptado en el clan en el momento en que éste vivía su momento más bajo, hacia 1552. Consiguió organizar algunos asaltos contra el (nuevo) clan Hojo, pero se pasó la mayor parte del tiempo luchando contra el clan Takeda y, en concreto, contra Takeda Shingen. Ambos flancos estaban al mismo nivel, pero las batallas fueron algo extrañas. En 1553 Uesugi Kenshin y Takeda Shingen libraron una serie de batallas en la llanura de Kawanakajima en la provincia de Shinano. Volvieron al mismo lugar y lucharon una y otra vez en 1554, 1555, 1556, 1557 y 1563, convirtiendo las batallas prácticamente en rituales. Casi al mismo tiempo, Takeda Shingen estaba preparándose para absorber Shinano, las tierras de los Murakami Yoshikiyo (fue el clan Murakami el que le pidió ayuda a Uesugi Kenshin y empezó su largo período de rivalidades con Shingen).

"Firme como una montaña, amenazante como el fuego, fuerte como un tronco, ligero como el viento. En el cielo y en la tierra, tú mereces toda la veneración."
— Lema del estandarte de guerra de Takeda Shingen (1521-1573)

Ouchi Masahiro había logrado sobrevivir a los Yamana y adquirir el poder principal de su clan y su hijo Yoshioki era igual de belicoso. La familia prosperó hasta que el nieto de Masahiro, Ouchi Yoshitaki asumió el mando. Siendo Yamaguchi un territorio rico y seguro, después de 1543, Yoshitaki llegó a la conclusión de que la guerra era algo demasiado peligroso y se afanó por promover la vida cultural, ayudado por los cortesanos exiliados de Kioto. Desgraciadamente, sus dos criados principales Mori Motonari y Sue Harukata le previnieron de que lo estaba arriesgando todo con su actitud y que sus dominios podían ser objeto de un golpe por parte de algunos samurais ambiciosos. Para corroborar lo cierto de sus afirmaciones, Sue Harukata se rebeló. Atrapado y sin amigos, Ouchi Yoshitaki se suicidó.

A pesar de todo, la cosa no acaba aquí. Mori Motonari pensó que era su deber vengar a su antiguo maestro, pero se tomó su tiempo. En 1555 consiguió engañar a Sue Harukata, que tenía más tropas, para que asaltara un castillo de la isla de Miyajima. Pero una vez allí los números eran lo de menos, porque estaba atrapado en la isla. La batalla terminó y las tropas derrotadas y desmoralizadas de Sue se suicidaron colectivamente. Como consecuencia, el clan Mori se alzó hasta convertirse en el clan más poderoso de Japón occidental.

"Cuando quieras atacar un ejército, cercar una ciudad o matar a una persona, primero tienes que conseguir datos sobre sus generales defensores, sus visitas, sus guardianes y sus criados. Que tus espías se informen."

— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

En la época era normal cambiar de rivales y alianzas. Un clan podía aliarse con otro contra la amenaza de un tercero y darse cuenta de que sus aliados se habían convertido en una amenaza igual de importante o que los súbditos, habitualmente leales, pasaban a ser más peligrosos que cualquier amenaza externa.

En la guerra los samurais siempre habían utilizados juegos sucios, asesinatos y traiciones despiadadas, pero durante los primeros conflictos, como la Guerra Gempei, los clanes que habían actuado de esta forma eran considerados por todos como villanos. Sin embargo, en el período Sengoku todo valía en el amor y en la guerra. Un asesinato rápido era igual de aceptable que ganar una batalla. Los nuevos daimyos habían leído a Sun Tzu y se habían tomado su obra muy en serio, sobre todo las partes que trataban de cómo utilizar a los espías y asesinos. Obviamente los daimyos tenían acceso a algunos de los mejores espías y asesinos de cualquier período de la historia en cualquier lugar del mundo: los ninjas. Un hombre sabio se encargaba de tomar precauciones contra los asesinatos, aunque no planeara las muertes de sus rivales y superiores.

Arsenal

"[La pistola] es el arma suprema en el campo antes de que los rangos se enfrenten, pero una vez que intervienen las espadas, las pistolas no sirven de nada."

— Miyamoto Musashi, El Libro de los Cinco Anillos, El Libro de la Tierra

En medio de todos estos conflictos, llegaron los primeros europeos a Japón. Hacia 1543 un grupo de comerciantes portugueses desembarcaron cerca de Kyushu. Los europeos trajeron consigo dos elementos de cultura muy importantes: armas eficaces que funcionaban con pólvora y el cristianismo. Un poco más adelante volveremos a hablar de la influencia de esta religión.

Las armas de pólvora no eran un completo misterio para los samurais. Es casi seguro que conocían los revólveres chinos y los mongoles utilizaron granadas primitivas contra los samurais en 1274. Pero para ser exactos, la pólvora no "llegó" a las guerras japonesas hasta este momento. Las armas que los portugueses introdujeron en Japón eran arcabuces y otras con cañón de hierro. Eran ligeros para que los utilizara un solo hombre de forma relativamente segura, al menos si se comparan con los primeros tipos de armas de fuego. El arcabuz tenía un corto alcance en el campo de batalla, pero contaba con una enorme ventaja que se reconoció en Japón tan rápido como la percibieron los europeos. El entrenamiento de los arqueros lleva años de dedicación. Aprender a usar un arcabuz lleva días, como mucho. Los ashigaru eran un grupo de soldados que formaban parte de todos los ejércitos, estaban preparados y esperaban un arma de fácil manejo que lanzara proyectiles.

Teniendo en cuenta la destreza de los espaderos y armeros en esa época, no es de sorprender el poco tiempo que emplearon para fabricar arcabuces en Japón. Además los daimyos lo adoptaron con gran entusiasmo para sus ejércitos. Sin embargo, aunque todos consideraban que el arcabuz era un elemento añadido al arsenal de mucha utilidad, les llevó su tiempo integrar una fuerza completa de arcabuceros en el ejército de forma tácticamente efectiva.

Oda Nobunaga

"El general cambia de táctica y revisa los planes para que los demás no los conozcan. Cambia de residencia y escoge desvíos para que los demás no puedan anticipar sus movimientos."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra



Uno de los problemas derivados del colapso de cualquier autoridad centralizada de Ashikaga era que, mientras que tomar Kioto y convertirse en una familia de nuevos shoguns era sin duda tentador para los clanes Hojo, Takeda y Uesugi, cualquier intento de hacerlo se convertía en una invitación al conflicto. En efecto, el primer daimyo que dejara sus dominios, invitaría a los rivales a invadirlos.

Ha llegado la hora de hablar del clan Oda, otra de esas pequeñas familias de samurais que habían logrado hacerse con el control de una provincia (Owari, en su caso) durante el período Sengoku. En 1551 el despiadado Oda Nobunaga se convirtió en cabecilla del clan. En 1558 se hizo con el servicio de un ashigaru llamado Toyotomi Hideyoshi, que demostró ser un espléndido seguidor. Al mismo tiempo, otro joven samurai, Tokugawa Ieyasu, estaba al servicio del clan Imagawa (aunque técnicamente era un rehén contra el buen comportamiento de su familia). Estos tres hombres decidieron el destino ulterior de Japón. Aunque por el momento había otros que tenían sus ojos puestos en Kioto.

Imagawa Yoshimoto, el líder los Imagawa, era un daimyo que tenía la ambición de convertirse en Shogun y en 1560 entró en Kioto, aprovechando el hecho de que los Hojo y Uesugi estaban ocupados peleando entre sí. Entre él y su objetivo mediaban tres provincias, una de las cuales resultaba ser la patria natal de Oda Nobunaga, Owari. Al principio la campaña se inclinó a favor de los Imagawa. Tokugawa Ieyasu tomó el fuerte fronterizo de Marune y todo lo que se interponía entre los 25.000 hombres de Imagawa y la victoria era Nobunaga y su pequeño ejército de 2.000 soldados.

"Gracias a la victoria obtenida al enfrentarse con otros, o imponerse numéricamente en la batalla, podemos alcanzar el poder para nosotros y nuestro señor. Esta es la virtud de la estrategia."
— Miyamoto Musashi, El Libro de los Cinco Anillos, El Libro de la Tierra

Nobunaga decidió atacar. Tras urdir una traición brillante, consiguió convencer a Yoshimoto de que su ejército estaba acampado en un lugar y tendió una emboscada a la fuerza principal de Imagawa en un desfiladero. La Batalla de Okehazama duró unos minutos. Asesinaron a Yoshimoto, que sólo se dio cuenta en el último momento de que los samurais que estaban atacando no formaban parte de su fuerza, cuyos soldados estaban bebidos. Oda Nobunaga se convertía así en un elemento muy poderoso del país y en el nuevo señor de Tokugawa Ieyasu. Se había librado de su compromiso con el clan Imagawa tras la muerte de Yoshimoto.

Seguro que Nobunaga también sintió la tentación de entrar en Kioto, pero aguardó el momento oportuno y trabó alianzas con sus vecinos, casando a su hija y hermana menor. Él también se había casado con la hija de otro vecino, Saito Toshimasa, un antiguo mercader de aceite convertido en daimyo de la provincia Mino, al que se consideraba una mala persona. Toshimasa era muy dado a torturar a las personas y freírlas en las ocasiones especiales. Sin embargo, su final fue una tragedia merecida, ya que su propio hijo, Yoshitatsu, le mató y asumió el mando. Él, a su vez, murió de lepra, pero no antes de que Nobunaga hubiese declarado la guerra para vengar al desagradable Toshimasa, que después de todo era su suegro. Esta excusa era todo lo que necesitaba para apartar al clan Saito y abrirse camino hacia Kioto y el shogunato. A Toyotomi Hideyoshi se le encargó la tarea de destruir los restos del clan Saito, lo cual ocurrió en 1564.

Todo lo que necesitaba Nobunaga era una buena excusa para entrar en la capital y en 1567 se la sirvieron en bandeja. Ashikaga Yoshiaki era el heredero del shogunato y un símbolo valeroso para esa misma razón. Su hermano, Yoshiteru, había sido antes shogun y había estado completamente sometido al control de un par de cortesanos viperinos (y por casualidad cristianos), Miyoshi Chokei y Matsunaga Hisahide, que acabaron matándolo para colocar a su primo, mucho más joven, como títere aún más controlable. Yoshiaki estaba en peligro por causa de estos dos, pero consiguió escapar y refugiarse donde Nobunaga.

Oda Nobunaga entró en Kioto en noviembre de 1568 con Yoshiaki como su propio shogun títere Ashikaga. Nobunaga gobernó como el auténtico poder tras el trono de un comandante en jefe solemne de un Emperador solemne. Estas eran razones dinásticas por las que la familia Oda no hubiese sido aceptada como shoguns de derecho, pero con el nuevo arreglo Nobunaga se alzaba con el poder en cualquier caso.

Durante el resto de su vida, empleó toda su energía en aplastar a los rivales que quedaban. Para ello contaba con dos buenos lugartenientes, Toyotomi Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu. Nobunaga era lo bastante poderoso como para concederles la autoridad que necesitaban/ Esto es un síntoma de que la política de los samurais había evolucionado algo desde los días de la competencia brutal. En un momento dado, Hideyoshi e Ieyasu podrían haberse puesto a urdir planes contra Nobunaga y contra sí mismos … Sin embargo, Ieyasu fue enviado a reprimir a los Ikko-ikki (en 1563) y escapó de milagro cuando dos balas penetraron en su armadura pero no llegaron a herirle. La siguiente campaña de representación de Nobunaga (con éxito) fue contra Miyoshi Chokei y Matsunaga Hisahide, que fueron derrotados en la Batalla de Sakai en 1567. Esta batalla es de interés por los muchos samurais cristianos en ambos flancos, que comulgaban antes de luchar. El cristianismo (o tal vez los misionarios jesuitas que predicaban el cristianismo) atraía a los samurais y desde este punto de vista los samurais cristianos no se salían de lo común. Aunque Oda Nobunaga nunca se convirtió en cristiano, apoyó a los misioneros jesuitas que llegaban a Japón, sin duda por su utilidad política contra las molestas sectas budistas. Las cruentas persecuciones de cristianos estaban aún por llegar.

"Cuando las leyes de la guerra indican cierta victoria, es apropiado librar la batalla, aunque el gobernante diga que no habrá batalla. Si las leyes de la guerra indican derrota, no es indicado luchar, aunque el gobernante quiera hacer la guerra."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

El resto de la vida de Nobunaga fue una sucesión de campañas para garantizar el control del país. En 1570 cayó sobre los Asakura de la provincia Echizen pero tuvo que retirarse cuando su cuñado, Asai Nagamasa, se declaró del lado del clan Asakura. Nobunaga volvió, entrado el año 1570 y libró la indecisa pero victoriosa Batalla de Anegawa. Aunque sus fuerzas ganaron, no aplastaron a los Asakura y Asai. Los problemas se multiplicaron para Nobunaga y rápidamente se dio cuenta de que no sólo se enfrentaba al ejército Asakura y Asai, sino a los Ikko de shiyama Hongan-ji y sohei (monjes guerreros) de Enryaku-ji cerca de la capital. Por otro lado, Tokugawa Ieyasu tenía que ocuparse del ejército Hojo y de Takeda Shingen.

Nobunaga se sintió cercado y decidió atacar. Sus hombres rodearon Enryaku-ji y mataron a todos (hombres, mujeres y niños) los que encontraban en el monasterio o en sus proximidades. Nobunaga podía ahora volverse contra sus otros enemigos, pero Takeda Shingen dio un paso contra él en 1572, casi consiguiendo atrapar a Hokugawa Ieyasu en el Castillo de Hamamatsu. Ieyasu tuvo que encarar una elección simple: quedarse donde estaba y fracasar en su intento de evitar que Shingen llegara a Kioto o luchar. Decidió dejar el castillo y enfrentarse al ejército Takeda en la nieve en Mikata-ga-hara, un tramo de páramos cercanos al Río Magome. La batalla fue titubeante y ambos bandos acabaron por retirarse. Ieyasu volvió al Castillo de Hamamatsu (había logrado su objetivo de retrasar a Shingen); Shingen regresó a casa.

Shingen volvió a las andadas en la primavera de 1573, esta vez en la provincia de Mikawa en un intento de tomar Kioto. Pero no le fue posible. En la lucha posterior le hirieron de un disparo y murió poco tiempo después. Esta pérdida fue un desastre para el clan Takeda, ya que el hijo de Shingen, Katsuyori, no era el hombre que fue su padre. Se dice que Uesugi Kenshin lloró por la pérdida de un enemigo tan noble. El propio Kenshin murió en extrañas circunstancias en 1582. Aunque no pudo demostrarse nada, se sospechaba que Nobunaga había utilizado a un ninja para eliminar a otro rival.

"Un verdadero samurai no puede olvidar a su esposa e hijos cuando libra una batalla, ¡porque un verdadero samurai nunca piensa en ellos!"
— afirmación atribuida a un seguidor de Takeda

Pasaron más de dos años hasta que se aseguró la derrota del clan Takeda. En 1575 Takeda Katsuyori rodeó el Castillo de Nagashino con su ejército, pero los defensores de Oda ofrecieron una valiente resistencia. Nobunaga se dio cuenta de que la expedición de relevo sería la oportunidad de aplastar al clan Takeda y tenía razón. La Batalla de Nagashino fue un triunfo para Oda Nobunaga y para los arcabuceros. Nobunaga organizó a sus 3.000 mejores disparadores en una única unidad tras una empalizada de estacas. Cuando el clan Takeda cargó a través de un campo de batalla anegado, los hizo trizas. A los que sobrevivieron a los disparos, otros soldados de Nobunaga les cerraron el paso. Hasta los defensores del castillo dejaron sus murallas y cayeron en la retaguardia del ejército Takeda. La victoria fue total. Katsuyori Takeda consiguió escapar a la matanza, pero no pudo volver a lanzar una afrenta contra Nobunaga y fue asesinado en 1582.

Nobunaga se dirigió hacia el este, donde residía el clan Mori. Mori Motonari había muerto, pero su nieto, Mori Terumoto, gobernaba una gran área formada por tres provincias. Terumoto se había estando metiendo en líos, pues había atravesado el bloqueo naval de Nobunaga de los Ikko-ikki en Ishiyama Hongan-ji. Nobunaga respondió enviando un ejército con Toyotomi Hideyoshi, su general ashigaru y Akechi Mitsuhide (otro de sus generales samurai) a la cabeza. Prosiguió su campaña contra los Ikko-ikki, construyendo incluso barcos de guerra con blindaje de hierro para utilizarlo contra ellos. Pasaron 300 años antes de que se volviera a emplear el blindaje en el Oeste. Al final los Ikko quedaron rodeados y en 1580 tuvieron que rendirse. Los fanáticos guerreros por fin habían quedado aniquilados como poder. Mientras ocurría todo esto, Nobunaga también empezó a construir un castillo en Azuchi en el Lago Biwa, cerca de Kioto. Era una edificación colosal y un símbolo de dónde residía el poder en el Japón de esa época. También supuso un cambio radical por la atención que prestaba a las armas de fuego, con sus sólidos muros defensivos y las troneras para los artilleros.

El ejército de Nobunaga ejerció todo su poder contra los Mori. Toyotomi Hideyoshi había hecho continuos progresos y había sitiado su castillo de Takamtsu (¡hasta había conseguido cambiar el curso del río para enagar todo el lugar!) Todo el clan Mori se reunió para intentar levantar el sitio e Hideyoshi solicitó refuerzos cuando se dio cuenta de a qué se estaba enfrentando exactamente. Ieyasu y, al final, otros muchos guerreros de Oda fueron enviados para fortalecer su ejército. Nobunaga se quedó en Kioto con tan solo 100 hombres para protegerle, en vez de los 2.000 que normalmente formaban su escolta.

Por otro lado Akechi Mitsuhide había fracasado en su campaña contra los Mori y había padecido el desdén de Nobunaga. Se estaba trasladando a un lugar cercano a Kioto cuando Nobunaga estaba casi desprotegido. Nunca se ha llegado a explicar bien del todo por qué hizo que sus tropas dieran media vuelta y atacaran la mansión de Nobunaga en Kioto, pero el 21 de junio de 1582, Nobunaga fue fusilado bajo las órdenes de su propio general. Murió de un disparo del arma con la que había transformado el campo de batalla: el arcabuz.

Incluso para la costumbre de la época, Nobunaga era un hombre despiadado: su única idea de una victoria clara era el exterminio del enemigo. Pero también es verdad que cambió Japón. Gracias a sus avances militares, alteró la forma en que se libraban las batallas. De repente, los campesinos y ji-samurais dejaban los campos por la lucha. Con Nobunaga los hombres luchaban o araban la tierra. Los samurais y ashigarus se convirtieron en clases guerreras que no tenían que volver a sus tierras cuando llegaba el momento de la cosecha. Lo único que tenían que hacer era luchar por su cacique.

El Shogun de trece días

"La persona sin estrategia que toma a la ligera a sus enemigos, terminará irremediablemente como cautivo de otros."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra

Cuando llegaron las noticias de la traición de Akechi Mitsuhide a Toyotomi Hideyoshi, negoció de inmediato un tratado de paz con el clan Mori y luego entró en Kioto. Mientras tanto, Mitsuhide seguía el precedente de larga tradición de sacrificar a todos los parientes de Nobunaga que se le pusieron a tiro. Tokugawa Ieyasu había desaparecido sin dejar rastros. Aunque probablemente no era propio de Mitsuhide, quemó y redujo a cenizas el majestuoso Castillo de Azuchi. Días después, el shogunato de Akechi había llegado a su fin. Hideyoshi atacó y Mitsuhide huyó. Fue capturado por campesinos caza-recompensas y linchado. Pasó a la historia como el "Shogun de Trece Días."

Toyotomi Hideyohsi era ahora el vengador "oficial" de Nobunaga y gozaba de una situación muy ventajosa. Sus humildes comienzos como ashigaru le hicieron ganarse la simpatía de sus propios soldados ashigaru y era un comandante de singular capacidad. Huelga decir que a los parientes de Oda Nobunaga que sobrevivieron (sobre todo su tercer hijo, Nobutaka) no les hacía demasiada gracia ver a Hideyoshi al mando. También cabía la posibilidad de considerar a otros generales de Nobunaga. Aparte de Tokugawa Ieyasu, Shibata Katsuie, Niwa Nagahide, Takigawa Kazumasu e Ikeda Nobuteru estaban en su derecho de reclamar ser los sucesores de Nobunaga.

La única solución posible era la guerra, a pesar de (o por causa de, ¿quién sabe?) la sugerencia de Hideyoshi de que el nieto de un año de Nobunaga debería ser el nuevo líder del clan. Un títere con un hombre poderoso a sus espaldas era una forma tradicional de tomar el poder. Los siguientes meses le plantearon a Hideyoshi una serie de difíciles campañas. Con mucho la amenaza más peligrosa procedía de Shibata Katsuie. En realidad Katsuie había intentado atacar a Akechi Mitsuhide, pero había llegado demasiado tarde para compartir el mérito de asesinarlo. Si Katsuie hubiese conseguido coordinar sus acciones con las de sus aliados, Oda Nobutaka y Takigawa Kazumasu, los tres podrían haber ganado. Ieyasu y los demás también estaban a la espera, bien de una oportunidad de conseguir el premio o ¡de asegurarse de respaldar al vencedor!

Sin embargo Katsuie no tenía el privilegio de contar con buenos aliados. Mientras que las tierras de Shibata seguían nevadas, Nobutaka decidió atacar. Así Hideyoshi pudo aprovechar la oportunidad para dividir y conquistar a sus oponentes. Nobutaka estaba rodeado en el Castillo de Gifu del clan Oda y suplicaba piedad. En ese momento, Hideyoshi hizo algo totalmente increíble: le perdonó la vida a Nobutaka y tomó rehenes para garantizar su futuro buen comportamiento. No mucho tiempo atrás, el padre de Nobutaka, Nobunaga, habría matado a todos los enemigos a su alcance. Hideyoshi dividió entonces las fuerzas de Takigawa Kazumasu sobornando a una guarnición clave e incluso capturó al propio Kazumasu.

"Los que vienen en son de paz sin proponer ningún tratado, están conspirando."
— Sun Tzu, El Arte de la Guerra



Llegados a este punto, Shibata Katsuie apenas podía enviar tropas por la nieve derretida y Oda Nobutaka correspondió a la piedad rebelándose. El general Shibata, Sakuma Morimasa, tuvo un grave error de juicio cuando (tras no aprender la lección de la Batalla de Nagashino) atacó a tropas armadas con arcabuces en una posición dominante. La Batalla de Shizugatake en 1583 fue un desastre para las fuerzas Shibata y fueron perseguidas hasta las puertas del castillo de Katsuie. Reconociendo que había perdido la guerra contra Hideyoshi, Katusuie se quitó la vida y quemó su fortaleza. Al enterarse de las noticias, Oda Nobutaka tenía los días contados y también se quitó la vida.

Se había creado el marco perfecto para el enfrentamiento entre Hideyoshi e Ieyasu, los principales partidarios de Nobunaga y sus mejores generales. Ambos buscaron aliados y los clanes importantes que antiguamente pertenecían a Nobunaga tomaron partido por uno u otro. Con dos comandantes tan valerosos, era evidente acabar en punto muerto, aunque hubo muchas luchas, como la sangrienta Batalla de Nagakute en 1584. Cuando acabó la batalla, Ieyasu se sentó a pasar recuento de las casi 2.500 cabezas del ejército enemigo, formado por unos 9.000 soldados. A cambio él perdió unos 600 hombres, pero la batalla no fue decisiva

Al final, Ieyasu se sometió a la autoridad de Hideyoshi. Su decisión resultó de lo más práctica. Juntos, ambos hombres eran invencibles e Hideyoshi, un hombre viejo, no podría aguantar eternamente … Con Ieyasu como aliado, Hideyoshi tenía la oportunidad de conquistar el resto de Japón. Que lo consiguiera tan rápido como lo hizo se debe no solo a su destreza militar, sino también a su habilidad política. Al enfrentarse a Nobunaga, por ejemplo, no tenía mucho sentido no luchar valientemente hasta el final; al fin y al cabo, seguro que acabaría matando a todo el mundo, resistieran con uñas y dientes o no. Sin embargo, Hideyoshi iba más allá políticamente (o era más astuto). Se mostraba generoso ante el enemigo, permitiéndoles conservar algunas de sus pertenencias (pero tenía que conquistar tierras para utilizarlas como recompensa para sus leales seguidores). También tomó rehenes, pero no exterminó a clanes enteros. Les dejó seguir ostentando su cargo como antes, asegurándose previamente su lealtad. De esta forma pudo incorporar ejércitos del enemigo a sus propias fuerzas y se fortaleció con el tiempo. No obstante, Hideyoshi no necesitaba apropiarse de las tierras de todo un clan, porque había cambiado la forma de recompensar a los samurais por sus actos heroicos en la batalla. En vez de concederles tierras, ¡les pagaba en oro!

Hideyoshi era ahora dueño de Japón y libre de alcanzar su objetivo. Construyó el Castillo de Osaka en el lugar donde antaño se erigió la fortaleza Ikko de Ishiyama Hongan-ji. También fue artífice del cambio social más importante en Japón: "La Gran Caza de la Espada", que comenzó en 1588. Todas las armas que estaban en manos de los campesinos eran confiscadas y fundidas para utilizarlas en la construcción del Gran Buda de Hideyoshi. Las únicas personas autorizadas a llevar armas a partir de ese momento serían los guerreros y las distinciones sociales entre campesinos no armados, soldados ashigaru y samurais, que llevaban dos espadas, se convirtió en un rasgo bien definido del panorama social.

También había planeado conquistar China y la guerra de Corea acabó en un fracaso estratégico para los japoneses. No lograron forjarse un imperio continental, pero consiguieron traerse un botín interesante. Por extraño que parezca, las tropas de Tokugawa no participaron en las luchas continentales.
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Re: "El Camino del Daimyo" 13 Dic 2010 00:46 #50322

Joer que poco queda por decir despues de esto

Re: "El Camino del Daimyo" 13 Dic 2010 01:10 #50323

  • Stelios
  • DESCONECTADO
  • Katana Kensei
  • Temas: 909
¡Qué gran aporte! ¡Muchas gracias por compartir esto con todos nosotros! :mrgreen:
Muchos creen que el tiempo es como un río, que fluye seguro y veloz en una dirección. Pero yo le he visto la cara al tiempo, y os aseguro que no es así. El tiempo es un océano en medio de la tormenta… Os preguntaréis quién soy. Venid, os voy a contar una historia como ninguna otra que hayáis escuchado antes…
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