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La serpiente del Caos
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TEMA: La serpiente del Caos

La serpiente del Caos 07 Ago 2011 15:34 #57255

  • Baal Catalunya
En el marco de un concurso del forum de Somos Leyenda, inspirado a partir del libro Infectus, he hecho un relato de una invasión zombie en la Cataluña medieval. A ver que os parece (el final solo lo entenderán del todo los lectores de Infectus ):

La serpiente del Caos:

La tensión se notaba entre los hombres. Sobre todo entre los infantes y los ballesteros. El comandante de la hueste, a pesar de que intentaba aparentar serenidad, los nervios se lo iban comiendo. Se preguntaba cuántos sobrevivirían a la amenaza que se escondía tras la densa niebla que los envolvía.



Rugidos, ojos vacíos, cuerpos salvajemente mutilados y sobretodo un nauseabundo olor a putrefacción. Los pocos exploradores que volvieron, enloquecieron mientras no paraban de repetir estas palabras. Decían que los franceses habían abierto las puertas del Infierno. Que el mundo sucumbiría a las diabólicas huestes del Anticristo. Nadie se extrañó que se colgaran poco después.
De repente una mano tocó la espalda del comandante. Este se giró espantado creyendo que era uno de sus monstruosos enemigos. Pero en realidad era Asbert de Mediona, gobernador dela cercana Besalú y leal servidor al rey Pedro III de Aragón, II de Barcelona, que se sobresaltó en ver la reacción del otro:
- Ho sento, Ot de Mataplana. No et volia espantar d’aquesta manera. (Lo siento, Ot de Mataplana. No te quería espantar de este modo.)
- Tranquil Asbert, tranquil. (Tranquilo Asbert, tranquilo.) – contestó Ot mientras se calmava – Només es que estic una mica nerviós pel fet que aquest perill s’hagui escapat de la preso on estaba tancada. Que em volies dir? (Solo es que estoy un poco nerviosos por el hecho que esta amenaza se haya escapado de la prisión donde estaba encerrada. ¿Qué me querías decir?)
- Els exploradors han tornat. Diuen que l’horda, perseguint als pagesos fugitius, ha abandonat Dosquers i vé cap a la nostra posició. (Los exploradores han vuelto. Dicen que la horda, persiguiendo a los campesinos fugitivos, ha abandonado Dosquers y viene hacia nuestra posición.)
- Com estàn els homes? (¿Cómo están los hombres?) – preguntó Ot sabiendo que faltaba poco para que se librara el combate que decidiría el destino de la Cristiandad.
- Els cavallers, a pesar de que els hi ha dolgut no poder combatre amb els cavalls, frisen la lluita. Volen purgar aquesta terra de l’amenaça del Maligne. Respecte als peons i ballesters simplement podem dir que si no fos la feina dels frares que ens acompanyen a l’hora de mantenir la seva moral, haguessin desertat fa estona. (Los caballeros, a pesar de que les ha dolido no poder combatir con sus caballos, desean la lucha. Quieren purgar esta tierra de la amenaza del Maligno. Respecto a los peones y arqueros simplemente podemos decir que si no fuera por el trabajo de los frailes que nos acompañan a la hora de mantener su moral, hubieran desertado hace mucho.)



- Asbert, ordena a l’host que se situï en formació de batalla. Si ells venen, ens hem de preparar a consciencia. (Asbert, ordena a la hueste que se sitúe en formación de batalla. Si ellos vienen, nos hemos de preparar a consciencia.)
- Si, fidelis regi – contestó marcialmente antes de ir a hacer su cometido.
Fidelis regi. Los leales al rey de Aragón. Ot se acordó melancólicamente de los muchos años que hacía que servía a este selecto cuerpo. Tradicionalmente formado por infanzones del reino de Aragón, últimamente habían entrado algunos catalanes como recompensa a actos heroicos. O más bien para tener los mejores caballeros para luchar contra los más mortales enemigos de la Corona de Aragón.
Brujas, demonios, herejes, hombres lobos, antiguos dioses olvidados, vampiros. Estos eran los adversarios de los fidelis regi. Pero los más peligros, más que el propio Señor del Averno, eran los hijos de Apep.
Estos desgraciados nacieron hace milenios, en el antiguo Egipto. Su fundador era un misterioso ser que se llamaba a sí mismo la Serpiente del Caos, o Apep. No se sabe nada de él, ni si era humano o demonio. Solo se sabe que su único cometido, y el de sus enloquecidos seguidores, era imponer en el mundo la paz de los no muertos. Aunque estuvo varias veces a punto de someter a las tierras del Nilo a su tiranía, su culto fue cuasi aniquilado por Alejandro Magno. Pero Apep aún le quedaba una carta, una que le podía dar el triunfo.
Asbert le sacó de sus pensamientos. Le dijo que los hombres ya estaban en posición. Como no podía estar seguro de la combatividad de los infantes, los situó a los flancos. Así, si huyan, los caballeros, que estarían situados en el centro, no quedarían aislados. Respecto a los ballesteros estos se posicionaron frente la hueste, para situarse al lado de los peones cuando el enemigo se acercara. Después de hacer una última comprobación Ot se fue con los caballeros, que un buen número eran fidelis regi, para prepararse para la lucha.
Queriendo protección para tan duro combate, los frailes iniciaron una misa colectiva. Mientras sus bocas pronunciaban los sagrados motes, todos los combatientes se arrodillaron. De repente, por culpa de una suave brisa, un sulfúrico olor los golpeó brutalmente. Era como si en un solo pozo hubieran puesto todo lo podrido que hay en este mundo. Tan fuerte era que incluso algunos infantes y caballeros, sobre todo los más novatos, se pusieron a vomitar descontroladamente. Aun sin sentir ningún infernal rugido, todo el mundo supo que ellos se acercaban.
Ante la derrota sufrida en Egipto Apep huyó a las tierras donde siglos más tarde se levantaría Cataluña. En aquel momento estaba poblada por tribus beligerantes, los iberos. Aunque se habían enfrentado peligros de todo tipo, no se podían imaginar el apocalipsis que supondrían aquellos extraños viajeros que se habían puesto a excavar al lado de un riachuelo, cerca del territorio de la tribu indiketa.
Al principio no sucedió nada fuera de lo común. Pero poco a poco surrealistas rumores se escamparon.




Desapariciones. Rugidos. Ojos blancos que te espían en medio de la noche. Canibalismo. Monstruos sanguinarios con forma humana. Y al final un día la pesadilla empezó.
La Serpiente del Caos, con un reconstruido culto de los Hijos de Apep, lanzó una sanguinaria ofensiva contra los indiketas. Cuando estos intentaron contraatacar se encontraron con una terrorífica sorpresa. El ejército de la Serpiente del Caos eran devoradores sin alma.




Después de algunas derrotas catastróficas, los indiketas supervivientes contactaron con las tribus vecinas. Como los layetanos y los ausetanos. Juntos, formando una magna alianza, emprendieron una demencial guerra contra Apep. A pesar del elevado nombre de bajas, consiguieron aniquilar a los demonios caníbales. Y sepultar a Apep en la excavación que había hecho. Lugar que siglos después se llamó Dosquers.

El olor ya era insoportable. Más hombres habían tenido que ir a la retaguardia mareados como si fueran críos. Entre la espesa niebla se veían sombras difusas. En el aire solo se escuchaban los rugidos de aquellos que habían vuelto de entre los muertos. Gritos inconexos, infernales, leoninos. En los ojos de los soldados se contemplaba el miedo a una muerte cercana. Aunque no podía estar seguro Ot supuso que más de uno se debía estar meando encima.
Viendo que ellos ya estaban cerca, Ot ordenó a los ballesteros que dispararan. Una lluvia de flechas salió disparara hacia lo desconocido. Algunas sombras se desplomaron. Pero demasiado pocas.
Sabiendo el mal que se escondida debajo Dosquers, y el hecho que los hijos de Apep habían sobrevivido, los iberos construyeron una gran fortaleza. Para asegurarse que nunca más volviera a salir.
Pasaron los siglos. Los pueblos se fueron sucediendo. Romanos, visigodos, musulmanes, carolingios y catalanes. Los hechos se convirtieron en mito, para después ser olvidados para la mayoría de la gente. Pero todos construyan un castillo sobre otro. Para que el que estaba sepultado no volviera.
No obstante, como os podéis imaginar, los fanáticos hijos de Apep siempre maquinaban la liberación de su oscuro amo. Todas las revueltas nobiliarias e invasiones sucedidas sufridas por esta tierra fueron causadas por sus subterfugios. Pero hasta ahora siempre fracasaron. Hasta ahora.

Cada vez estaban más cerca. A se les podía ver perfectamente. La mayoría eran cruzados franceses, aunque entre ellos también había muchos campesinos locales. La mayoría estaban brutalmente mutilados, con evidentes señales de mordiscos. No obstante muchos también tenían heridas de arma blanca, seguramente causadas por sus presas antes de que sucumbieran. De sus destrozadas bocas salían gritos guturales mientras pasaban impasibles por encima de sus escasos camaradas caídos.
Como los ballesteros ya se habían retirado, Ot intentó animar a sus hombres haciendo que gritaran a coro repetidamente:
- ARAGÓ! ARAGÓ! ARAGÓ! SANT JORDI! SANT JORDI! FIRAM! FIRAM! (¡ARAGÓN! ¡ARAGÓN! ¡ARAGÓN! ¡SAN JORGE! ¡SAN JORGE! ¡ FIRAM! ¡ FIRAM!)
Los sin alma respondieron con un rugido ensordecedor a este desafío, mientras se acercaban pausadamente.
Los hijos de Apep vieron una buena oportunidad para conseguir sus objetivos en las “Vespres Sicilianes”. Antiguamente independiente el glorioso reino de las Dos Sicilias cayó bajo la tiranía de los franceses. Hartos de la crueldad de sus señores en 1282 los sicilianos los expulsaron de la isla. Ante la inminente reacción gala los trinacios llamaron como a su legítimo rey a Pedro III de Aragón, casado con una princesa de la antigua casa reinante en la isla.
Cuando Pedro reaccionó favorablemente a la llamada, y derrotó contundentemente a los franceses, los hijos de Apep entraron en acción. Como la casa reinante en Francia estaba aliada con el Papa, y los dos hacía tiempo que estaban bajo el control del culto, excomulgaron al rey Pedro, por atacar a otro príncipe cristiano, y declararon una cruzada contra la Corona de Aragón.

Un inmenso ejército, liderado por el propio rey francés Felipe III el Atrevido, penetró en el 1285 en la tierra catalana. A su paso solo dejaron destrucción y desolación. Capturaran Girona, llave estratégica del reino, a despecho de una gran resistencia. No obstante los triunfos navales de la flota catalana, y una brutal epidemia, pusieron los franceses contra las cuerdas. No obstante para los hijos de Apep, lo que habían intentado durante más de un milenio pronto iba a ser realidad.
Cuando Ot dio la orden toda la hueste se lanzó contra sus enemigos. Pronto se inició una melé sanguinaria. Contra él se lanzó un caballero al que le faltaba más de media cara. Como le habían enseñado durante su juventud para hacer frente a este tipo de amenazas, le dio un seco golpe de maza a su cabeza. El cadáver, ahora ya definitivamente muerto, cayó a plomo. Después le agredieron unos niños pequeños transformados por las mutilaciones en terroríficas gárgolas. Cuando los vio a Ot le brotaron las lágrimas de los ojos, preguntándose como Nuestro Señor había permitido que estos angelicales querubines sufrieran tal horrible destino. Deseando que les estuviera dando la paz que la vida les negó, destrozó con la maza sus cabezas.
Cuando los hubo eliminado, echó un vistazo a su alrededor para ver cómo iba la situación. Asbert de Mediona estaba cerca perforando con su espada el ojo de un peón no muerto. Un par de metros más allá un grupo de caballeros daban buena cuenta de un puñado de campesinos caníbales. Los peones intentaban con escaso acierto acabar con unos caballeros malditos. A pesar de que cada vez más el suelo se estaba cubriendo de cadáveres de los sin alma, cada vez más de sus hombres eran devorados.
Dos días antes un numeroso grupo de cruzados, formado por más de sesenta caballeros y centenares de lanceros, partió hacia Dosquers. Cuando llegaron en el pueblo, formado por una pequeña parroquia y un puñado de cabañas dispersas, de seguida asaltaron el castillo. A pesar de la firme resistencia ofrecida por la guarnición, la fortificación cayó rápidamente por culpa de una traición. Cuando esta se rindió los franceses entraron para encontrar el objetivo que les había llevado aquí. Lástima que era más de lo que ellos se pensaban.



Después de matar a otro caballero no muerto Ot se encontró con unos rivales que le sorprendieron. Aunque hacia siglos que había sido un hombre, los despojos que tenía delante de él eran solo un puñado de huesos unidos con cuatro músculos putrefactos. Ot supuso que debían ser los causantes del nauseabundo olor que inundaba el aire, pues los cadáveres de los galos y campesinos eran relativamente frescos. Otra cosa rara en estos cadáveres era su vestimenta, pues constituya en una raída túnica corta y un casco de un tipo que nunca había visto. Supuso que debían ser iberos víctimas de los ataques de Apep contra su pueblo. Y los que atacaron y convirtieron a los cruzados cuando estos los liberaron de su secular prisión.
Después de analizar a sus enemigos, los atacó con furia. Aunque su aspecto era terrorífico, eran más fáciles de batir que los otros. Con un solo golpe su secular cráneo se reducía a polvo. Al poco rato vio como otros caballeros se unían a él para batir a tan singular adversario. Aprovechando esto Ot decidió observar un momento el campo de batalla para ver cómo iba.
Muchos hombres, sobretodo peones y arqueros por el hecho de llevar una protección inferior respecto a los caballeros, habían sucumbido a la horda. No obstante, a merced del hecho de que los mordidos habían sido ejecutados inmisericordemente por los fidelis regi, la horda cada vez disminuya más rápidamente. La Cristiandad vería otra mañana. Al menos por ahora, pues solo se podría estar seguro de una victoria completa si había habido la suerte de que Apep no huyera de su prisión. Sino millones inocentes morirían en un holocausto caníbal.
Lo que no sabía Ot era que unos ojos malignos le estaban observando desde la lejanía. Concretamente desde las almenas del castillo de Dosquers, a pesar de la densa niebla que cubría todo. Pero sus ojos, como toda ella, hacia milenios que no eran humanos. Cuando vio como el comandante de la hueste humana decapitaba al último no muerto, en medio de los vítores de sus soldados, decidió que sería momento de irse. Bajó a los campos que había al lado de la muralla con un grácil salto. Mientras caminaba, disfrutando de su recién recuperada libertad, estaba recordando cómo empezó todo.
Cuando, de esto hacia una eternidad, era una esclava capturada en una guerra entre tribus de la riba del caudaloso Nilo. Torturada, violada, maltratada; conoció el lado más oscura de la humanidad. Cuando dio a luz a un hijo, fruto de las violaciones a que era sometida, su amo lo vendió como esclavo a otro clan. Esto sucedió con los siguientes dos hijos que tuvo.
Primero rezó a los dioses pidiendo que la ayudaran. Cuando estos no la escucharon, rezó a los demonios a que le ayudaran en su venganza. Y un día esta llegó.
Una gran explosión en el cielo iluminó completamente la oscura noche egipcia. Cuando los asustados indígenas observaron la estrellada cúpula, temblando de miedo, vieron como bolas de fuego caían de donde había sucedido el fenómeno. Muchas de ellas impactaron en la tierra más allá del horizonte. Pero una, para desgracia de la raza humana, cayó muy cerca del poblado donde vivía ella.
Sin saber el porqué, ella se sintió impulsada a ir a ver la zona de impacto. Después de una dura caminata, pues el suelo quemaba como si fuera un horno, ella llegó. Ante su sorpresa se encontró, medio sepultada en la arena, una extraña estructura de grandes dimensiones.
Viendo una puerta abierta, ella entró. El interior era de pesadilla. Se parecía un poco al palacio de su amo, pues había múltiples habitaciones y pasadizos. Pero mucha más bizarra y demencial. Sin saber por qué se metió dentro de una habitación. Todo el suelo estaba lleno de fragmentos de cristales, cubiertos por un transparente líquido, provenientes de un armario que había quedado destrozado con la explosión. Por curiosidad cogió uno de ellos. Mientras lo miraba se cortó el dedo. Molesta por este despiste, lo dejó en el suelo. De repente se sintió mareada.
Intentándose apoyar en la pared, vio como la pequeña herida se había infectado con el líquido que había en el vidrio. Preguntándose qué otra desgracia le deparaba el destino, se desmayó.
Pasaron muchas horas antes de que se volviera a levantar. Aunque se encontraba mal, vio con sorpresa como el corte en el dedo, y otras cicatrices producidas por sus amos, se habían curado completamente. Además tenía unas fuertes ganas de comer carne, carne fresca. Sorprendida se levantó y continuó con la exploración de tan extraña estructura, a pesar de su hambre. Buscando respuestas a lo que le había sucedido. Y las encontró.
Había un cuarto que tenía cuatro vítreas paredes. Aunque dos estaban rotas, había gran cantidad de imágenes y escritos en las que estaban intactas. A pesar de que no supo leer tan extraño lenguaje, dedujo lo que había sucedido a partir de una de ellas.
La estructura donde estaba había formado parte de una gran nave. De una nave que era capaz de viajar entre lejanos mundos. Por lo que parece tenía una importante misión. Contener una mortal enfermedad, una enfermedad que era convertía a los muertos en monstruos caníbales. Había sido creada como una arma biológica para una guerra que diezmó galaxias enteras. Ante la destrucción causada, que podía poner fin a toda vida en el universo, se decidió que una nave recogiera todas las muestras existentes para poder almacenarlas y destruirlas.
Esta tuvo mucho éxito. Habiendo cumplido su misión en buena parte del universo conocido, solo faltaba una galaxia para investigar. La Vía Láctea. Aunque por motivos desconocidos la nave explotó cuando se acercaba a la Tierra.
Respecto a su experiencia, vio que como a ciertos individuos la enfermedad no los convertía en caníbales. Sino en seres con poderes más allá de la imaginación, que controlaban al completo la enfermedad que habitaba en su cuerpo. No obstante no podían crear más no muertos, pues el virus se había adaptado tanto a ellos que si infectaba a otros sujetos estos morían de las mutaciones producidas. Si se quería crear un ejército de no muertos, se necesitaría de las muestras presentes en las probetas.
Ella se rió cuando vio esto. Por fin alguien, sea quien sea, la había escuchado. Destruiría a aquellos que la habían humillado. Les mostraría que sucede cuando hay alguien más fuerte que tú. No. No era buena idea esta pensó ella. Esto no podía ser solo una simple venganza. No solo sus captores eran tan crueles. Sino toda la raza humana. Si, esto sería mejor. Terminar con todos los conflictos, darles a todos la paz de los no muertos.
Antes de salir a cumplir con su destino echó una ojeada al otro panel. Había lo que parecía un mapa de la Tierra. Sobre él había varios puntos que destacaban. Seguramente eran otros lugares donde habían impactado fragmentos de la nave. Vio varios cerca del Nilo. Perfecto, pensó satisfactoriamente. De los otros, demasiado lejanos para ella, se quedó con dos. Uno estaba en el nord-este de la Península Ibérica. Parecía ser un buen refugia por si un día tenía que huir. Otro estaba en unas grandes montañas, cerca del mar Caspio. En un lugar llamado el Cáucaso.

Re: La serpiente del Caos 07 Ago 2011 15:35 #57256

  • Baal Catalunya

Re: La serpiente del Caos 07 Ago 2011 16:28 #57257

Fantástico relato!! Zombies y medievo, me encanta ! Continuarás el relato??
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