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Biberón o martillo
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TEMA: Biberón o martillo

Biberón o martillo 19 Dic 2011 18:09 #58293

Biberón o martillo
XLSemanal - 19/12/2011

Hace medio siglo justo, cuando el arriba firmante llevaba pantalón corto y creía en los Reyes Magos, en la bondad de los policías y en la virginidad de su madre, la autora de mis días, que era -y sigue siendo, porque ahí continúa, ochenta y ocho primaveras en la sonrisa y jugando la prórroga sin ganas de cambiar de barrio- una señora con fe en la Humanidad en general y en los buenos sentimientos de sus vástagos en particular, hizo con mi hermano y conmigo un experimento sociológico: nos castigó -habíamos hecho alguna salvajada, con los estragos habituales- a pasar una tarde de sábado encerrados sin otra diversión que algunos tebeos de Dumbo y Pumby, Los apuros de Guillermo, de Richmal Crompton, y las muñecas de mi hermana Marili. Lo de las muñecas fue, naturalmente, un refinado toque de humillación deliberada. Un puntito de crueldad materna, para que me entiendan. Una manera, en fin, de añadir la nota de infamia al castigo, y que entre otras cosas puso de manifiesto que Dios no había llamado a mi pobre madre por el complejo camino de la psicología infantil. Encerrar de aquel modo y en semejante compañía a dos desalmados de nueve y seis años respectivamente, capaces de todo, es un experimento peligroso en cualquier época y lugar; pero especialmente arriesgado si, además, se lleva a cabo con dos individuos que por aquellas fechas sólo anhelaban hacerse mayores para arponear ballenas -eran tiempos menos ecológicos que los actuales- o alistarse con nombre falso en la Legión Extranjera. Así que imaginen el resultado. Cuando a la hora de la cena abandonamos la celda del abate Farias, a nuestra espalda quedaban la Queca Muñeca ahorcada de una lámpara con el cordón de la cortina, y el Tumbelino -un muñeco odioso, blandito, vestido con pijama azul- apuñalado con una daga plegadera de mi padre con la que, hábilmente, habíamos logrado hacernos antes del encierro.

No pude menos que recordar aquello hace unos días, escuchando a una periodista radiofónica, tan ingenua y parvulita como mi señora madre, asegurar, con todo el candor de su inocencia políticamente correcta, que a los niños varones no debemos darles juguetes que inciten a la violencia, y que es bueno hacerlos entretenerse también con muñecas y cacharritos de cocina; porque de ese modo, aseguraba la pava sin citar fuente, tendrán mejores y más pacíficos sentimientos, serán mejores padres, y tal vez cocineros de éxito como Arzak o Ferran Adrià, el día de mañana. Y los tertulianos que acompañaban a la locutriz, en vez de partirse la caja de risa y preguntarle si tenía hijos en edad de merecer, que probara con ellos, se mostraban, como es usual en estos casos, calurosamente de acuerdo. Ahí le has dado, decían más o menos. Como si estuviesen oyendo el Evangelio. Y nadie tuvo agallas para decirle allí, a la prójima: prueba con un enanito cabrón tuyo, de sexo masculino, si lo tienes. Ponle a mano una pistola de plástico y una olla exprés de Famóbil, o como se llame el que fabrica la olla. A ver qué elige, el hijoputa. O más visual, si cabe: ponle cerca una muñeca, un biberón y un martillo. Luego quédate mirando lo que coge y para qué lo usa. Y me lo cuentas.

Y ahora, háganme un favor. Plis. Después de calzarse esta página, si lo hacen, ahórrenme las cartas contándome que a su Manolito le encantan las muñecas de sus hermanas y juega a cocinarse unas fabadas que saben a gloria. No digo yo que no haya Manolitos. Ni que no deba haberlos. Del mismo modo que me fascinan -aún más que las otras- las Susanitas que no limitan su gusto y horizontes a acunar muñecas, y son capaces de ponerte el filo de una daga en la yugular mientras susurran «Si paras ahora, te mato». O lo que sea. Por mi parte, me limito a hablar de lo que hay. De la natural querencia del becerro y de lo absurdo, incluso peligroso, de olvidar de la noche a la mañana, con más buena voluntad que inteligencia práctica, con más clichés idiotas que mecanismos de educación eficaces, millones de años de caza y guerra. Dándose, por ejemplo, la grotesca paradoja a la que asistí el otro día. A unos niños de cinco y seis años, que tienen en casa videoconsolas con zombis y masacres sangrientas -y si no las tienen, las tendrán- les organizaron en su colegio de Madrid una fiesta cowboy donde los tiñalpillas debían ir disfrazados de vaqueros, pero prohibiéndoles llevar revólver. «Se puede ir al Oeste sin ser violento», apuntaría, sin duda, algún padre de los que aplaudieron la idea, o simularon aplaudirla. «Tengamos buen rollito con los cuatreros y los indios», añadiría otro. Lo mismo, supongo, que dijo el general Custer.





"...es el verbo de la Historia Militar de España,porque alli donde se ha combatido en mar o en tierra,siempre ha habido un soldado de Infanteria de Marina...
Conde de Torre Velez(Parlamento 1904)."

Re: Biberón o martillo 19 Dic 2011 19:53 #58294

  • CeltíberoGil
  • DESCONECTADO
  • Shogun Legendario [Admin]
  • Temas: 2548
Interesante y divertido artículo... es que a veces nos pasamos con lo políticamente correcto.

Yo por su puesto elijo el martillo.

Los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla... porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos. ( Ecle 9: 11)

Re: Biberón o martillo 20 Dic 2011 18:40 #58298

Yo llevo diciendolo mucho tiempo. Debemos formar una asociacion de afectados.
Jamás jugue con una muñeca que no fuera el blanco del rifle de perdigones. Lo que mas me gustaba del disfraz del oeste eran las pistolas. Con las niñas solo jugaba a papas y mamas, pero con algun que otro malentendido sobre el sentido del juego.
Y lo peor, 10 años en un colegio de curas y ninguno me toco el pene. Traumatixado que estoy.


Saludos.

Re: Biberón o martillo 02 Ene 2012 22:36 #58396

Jajaja, con las niñas siempre jugaba a los médicos "chiquichá, chiquichá", el caso es que el enfermo siempre era yo.
Por cierto, a mí me dió por tirar perdigonazos a los clicks de famóbil :rambo: en plan "Enemigo a las puertas" con una escopeta con mira telescópica que algún "descerebrado" me regaló en mi Comunión. Luego vino lo del pedazo "tirador" que me hice con unas gomas de suero que lanzaba piedras a más de 60 mts. de distancia (vamos, ni los longbows ingleses jajaja). Un poco más tarde llegó lo de "violar" tías en el campo (comer melones :ninja: -la fruta, malpensaos- con nocturnidad y alevosía), y no sé si antes o después, lo de saltar de noche por los tejados de las casas para colarse en la plaza de toros por el único sitio que no estaba vigilado ¡los toriles! jajaja, dios, lo que se aprende veraneando en los pueblos. ^_^

P.D. Y 7 años en un colegio de curas y un trimestre en uno de monjas fue más que suficiente para mí.
"El que desea sacar la espada es un principiante.
El que puede sacar la espada es un experto.
El que es la espada misma es un maestro."



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