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La Batalla de Colonia
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TEMA: La Batalla de Colonia

La Batalla de Colonia 26 Feb 2008 22:49 #923

  • Baal Catalunya
ADVERTENCIA: QUALQUIER RELACION CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA, ESTA HISTORIA ESTA BASADA EN UNA PARTIDA DE CIV III Y EN LA IMAGINACION DE UN JOVEN DE DIECIOCHO AÑOS.

Anochezia, el Sol se escondía para no ver el baño de sangre que habría en aquella noche, tampoco saldría la Luna, ya que detesta la sangre, además, ya le contaran las estrellas, lo ocurrido.
Una tenebrosa niebla impregnó el futuro campo de batalla. Como fantasmas, aparecieron de golpe los millares de caballeros que formaban las tropas del emperador Jean Peaul de París, nuestro más noble líder desde hacia milenios.
Como gusanos de hierro, lentamente nuestros ejércitos se acercaban a Colonia, ciudad que domina desde una aguda cima la llanura que hay entre ella i el Rin. Era una ciudad alemana. Ellos estaban temerosos del ya cercano ataque, ya que han visto como nuestra gloriosa nación, atravesando el canal de la Mancha, convertíamos a sus vecinos, los pujantes ingleses, tras una larga y brutal campaña, en vasallos nuestros, excepto en la mísera ciudad de Hastings. El hecho que explica que abandonáramos el objetivo de destruir totalmente el Reino Unido, es la causa del próximo asedio.
Resulta, que en plena guerra contra Inglaterra, el tirano que esclaviza Alemania, el vil Canciller Bismarck, nos exigió un deshonroso tributo, pero nuestro augusto rey se lo negó, como respuesta, su homologo alemán, ordeno que sus tropas nos atacaran.
Después de constatar que los británicos ya no eran una amenaza, Jean Peaul de París, el que en buena hora ciño espada, abandonó las hostilidades contra ellos, y empezó a urdir un plan para hacer pagar a los alemanes su afrenta.
Después de ocupar la cobarde ciudad de Stuttgat, los nuestros se lanzaron contra Colonia, los de esa ciudad tenían miedo, ya que su guarnición constaba de seis mil hombres, frente los nuestros treinta mil valerosos jinetes. Pero habían oído rumores, se decía que su abominable líder, Bismarck, venia con un gigantesco ejercito, pero nadie lo sabia con seguridad.
Habiendo atravesado el Rin, nuestras vanguardias recorrían por los campos buscando alimentos y posibles focos de resistencia, a su derecha, quedaban los Alpes, una pequeña cordillera que llega hasta Colonia.
De pronto, como avispas, bajaron de las montañas las hordas alemanas, la formaban unos setenta y dos mil espadachines ávidos de sangre francesa. Nuestra caballería aniquiló a muchos, pero la sangre de millares de hermanos nuestros se derramó. Los indignos supervivientes se asustaron, y huyeron hasta el Rin, donde había nuestro campamento.
Nuestros soldados, como niños que hoyen historias de fantasmas, les entró un pánico terrible, y pidieron a nuestro excelentísimo emperador que los trasladara a la otra orilla del Rin, o que pidiera un armisticio.
Indignado, Jean Peaul de París, cogió su centelleante Tizona, subió al ágil Bucéfalo, y después de gritar a los trescientos hombres que formaban su guardia personal, los únicos que no se habían asustado, con ellos lanzó un feroz contraataque.
Los alemanes, que se habían lanzados contra los nuestros, creyendo que obtendrían una victoria fácil, encontraron su perdición. Muchos murieron, ya que, hubo tal masacre, que nuestro querido rey, mató el solo primero a quinientos hombres, y después, mil más. Sus guardianes, por el fervor que para él sentían, hicieron multitud de hazañas caballerescas. Poco después, vinieron el resto del ejercito, que avergonzados de su comportamiento, entraron heroicamente al combate, y todos, en aquella lúgubre noche, hicieron tantas proezas, que después nuestro emperador les perdonó su anterior actitud.
Cabezas sin cuerpo, cuerpos decapitados, caballos sin amo, cadáveres partidos por la mitad, cuerpos que caían sin alma, espadas rotas, caballos muertos, esto se veía en la batalla. Y hubo tantas muertes, que el aire olía a sangre, el Rin se enrojeció, y como el río, todo lo que había, piedras, caballos, escudos, arboles, campos, hierba.
Si tenemos que ser sinceros, muchos valerosos caballeros franceses aquella noche se encontraron de pronto, en el cielo.
El cobarde de Bismarck, que desde Colonia veía como perecían los suyos, ordeno que todas las tropas que él había guardado por si acaso, que se lanzaran al combate, y el mismo se lanzó con su guardia personal, los Caballeros Negros, y casi toda la guarnición de la ciudad.
Muchos de estos refuerzos, que eran todos espadachines, tantos como entraban al combate, tantos morían, y muchos de ellos perecieron sin haber podido levantar su espada.
Los Caballeros Negros, los únicos jinetes alemanes, lucharon como demonios, y asesinaron a muchos de nuestros buenos hombres, pero, con el rato fueron todos casi aniquilados, ya que solo se salvó un pequeño grupo, aunque estos perecieron mas tarde en el asedio de Colonia.
En medio del combate, enfurecido, Bismarck atacó imprudentemente Jean Peaul de París, el que en buena hora ciño espada. El ataque fue tan brutal, que nuestro augusto líder se cayo de su caballo, después su contrincante lo intenta aplastar con su montura, pero nuestro rey cortó con un solo acertado golpe de Tizona la pata del caballo. Después de caer, el vil tirano alemán se levanto y entablo un feroz duelo con nuestro emperador. Este ultimo, al final cortó la mano derecha a su enemigo, y hubiera acabado con él, sino fuero que un Caballero Negro ofreciera su caballo a Bismarck mientras él combatía con Jean Peaul de París, solo así el débil y vil dictador se escapó de la muerte aquella noche, y huyó abandonando a sus hombres, hacia Berlín, el nido de serpientes.
Viendo como su líder los abandonaba, los malévolos espadachines alemanes perdieron su valor, y todos se dieron a la fuga. ¿Habéis visto alguna vez como una terrible inundación se lleva todo lo que se encuentra? Así fueron barridos ellos bajo las monturas de nuestra caballería.
Aunque en aquella noche obtuvieron una vital victoria, centenares de los nuestros perecieron en aquella llanura, los supervivientes, tenían heridas y contusiones por todo el cuerpo, y muchas espadas y armaduras se tenían que reparar.
Delante esto, Jean Peaul de París, decidió retirarse hacia la villa de Newcastle, un pueblo que había capturado hacia años a los ingleses, y no creía que hubiera una contraofensiva alemana, ya que habían sufrido unas apocalípticas perdidas, y para el colmo, China, con la cuál se había aliado Francia, producía descalabros con sus vecinos.
Semanas después, nuestro ejercito capturó en un solo día Colonia, exactamente en el cuatro de Marzo de 1435. Esta caída fue el inicio del declive del imperio malvado de Alemania.
Este manuscrito ha sido escrito por el monje "Baal Catalunya", perteneciente al monasterio de IES de Llagostera, concretamente de la cela 1x, y lo acabó en el veinte y seis de Febrero del 2004.

Esta redacción está ambientada en una partida del Civilization III. Esta partida, que situaba la acción en unos continentes imaginarios. Situaba Francia sola en un continente, enfrente, había en otro Alemania, que tenia a su derecha el Reino Unido, y a la izquierda, China. Stuttgart, era una ciudad que estaba en la costa, completamente envuelta de territorio inglés.
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