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Este que transcribo a continuación en azul, es el prólogo de un libro que recibí como regalo de cumpleaños. Mi esposa se percato un día paseando que se me iban los ojos tras él y que lo estaba hojeándolo con devoción y lo volvía a poner en la estantería con cuidado. Es uno de esos libros “capricho” de gran formato y con unas láminas y calidad espléndidas que no me puedo permitir ( 60 eurazos hace dos años), así que fue una estupenda sorpresa. Es un libro prescindible ya que no cuenta nada nuevo que no puedas leer en otros con más profundidad pero sin embargo puedes pasar largos ratos admirando las láminas los esquemas y fotografías de armaduras….etc.
El prologo es de un historiador Dan Snow : http://en.wikipedia.org/wiki/Dan_Snow , que seguramente no dice nada que no nos hallamos planteado antes o no sepamos pero lo hace de una forma clara y sintética que puede dar lugar a reflexiones más profundas. A mí personalmente me gusta esa forma de hablar de algo tan transcendente en forma de
“aperitivo” y creo que da mucho juego, por eso lo he transcrito íntegramente y lo pongo aquí.
Ya veis que se puede hablar de estos temas sin caer en consideraciones políticas y también se que vosotros sabéis hacerlo, así que si alguien comenta, añade o profundiza, que lo haga con respeto a nuestro código de conducta: (Básicamente está prohibida la política y se ha de respetar todas las opiniones).
Últimamente está de moda denigrar la importancia de las batallas en los asuntos humanos. Muchos ya no ven lo decisivo de algunos de los grandes conflictos de la historia. Y es que la supervivencia final de cada civilización ha dependido de su capacidad para luchar contra otros y, principalmente, para ganar batallas. Si los griegos hubieran perdido en Salamina, en nuestras universidades ahora se estudiaría persa antiguo como medio para comprender la base de nuestra civilización. Si Carlos Martel y su ejército en Poitiers hubieran sido derrotados por los árabes, las catedrales europeas bien podrían ser mezquitas. Si un guerrero llamado Mohamed hubiera muerto por sus heridas por la batalla entre dos pequeñas ciudades árabes, el mundo sería un sitio bien distinto. Las batallas, como Winston Chuchil decía, son las puntuaciones de la historia. Cartago, Córdoba y Zhao fueron antaño poderosos estados pero fallaron en el examen sorpresa de la batalla y fueron confinados a la historia, mientras que naciones como Gran Bretaña, Francia, China, Estados Unidos fueron literalmente creadas a base de guerras, ya que sus fronteras, idiomas y sistemas de gobierno se forjaron y se pusieron a prueba gracias a los conflictos.
Todavía a algunos de nosotros en el mundo desarrollado nos afecta el horror de la guerra. Lo consideramos una aberración, un peligro que nuestros gobernantes deberían evitar. Lo que este libro ilustra de manera tan intensa es que, a lo largo de la historia, la guerra ha sido lo habitual. Los periodos de paz son, de hecho, algo excepcional, siempre frágiles y que raras veces duran más de una generación. Cuando grupos de humanos entran en contacto, surgen los conflictos. Estos se pueden resolver de forma pacífica o violenta. Como Mao Zedong dijo “La política es una guerra sin efusión de sangre; la guerra una política con efusión de sangre”.
La guerra es más antigua que la civilización; de hecho, es más antigua que la propia raza humana como bien muestran los restos de nuestros ancestros homínidos. La violencia es un rasgo de la naturaleza humana al igual que lo es criar a nuestros hijos. La arqueología nos muestra que la guerra era endémica incluso en los asentamientos tribales más primitivos. Las sociedades posteriores no se han diferenciado mucho. Los espartanos vivieron en un estado perpetuo de conflictos al declarar anualmente la guerra a su clase de trabajadores, esclavos, los ilotas. En los rituales aztecas para poner nombres a los niños se solía decir que estos “pertenecían al campo de batalla”. Durante milenios, cada sociedad de la tierra ha estado marcada por la guerra, desde los maoríes hasta los mesoamericanos, desde los habitantes de las Tierras Altas de Escocia hasta los jinetes de la estepa asiática.
La mayoría no ha quedado para la posteridad. Este Libro pretende recoger aquellas batallas, guerreros y tecnologías de las que sí que ha quedado constancia y unirlas para ofrecer una visión coherente. Con ello trazamos el mapa de uno de los factores más importantes en el desarrollo de la raza humana en los cinco milenios de historia documentada.
El ingente despliegue cronológico y geográfico de este libro muestra reveladoras similitudes entre las batallas de periodos totalmente diferentes. Los generales más destacados poseen cualidades que son eternas. El efecto de las columnas de rápidos jinetes de Gengis Kan es increíblemente similar a l de los panzers alemanes que hendieron las tierras francesas en la primavera de 1940.Las antiguas tácticas para envolver a las fuerzas enemigas eran tan efectivas en la Roma imperial como en la Segunda Guerra Mundial, como bien muestran los esquemas de este libro. El tiempo y, de nuevo, los ejércitos victoriosos, se han beneficiado de las nuevas tecnologías. Hojeando las páginas se sorprenderá de la ingenuidad y creatividad que lleva parejas la guerra. Los chinos desarrollaron los primeros explosivos de pólvora mientras que los carros de batalla husitas y los barcos tortuga coreanos cubiertos de hierro eran aparentemente, inexpugnables.
Pero la historia militar no se reduce a las armas, comandantes y mapas. Ninguna historia bélica podría olvidarse de aquellos hombres, mujeres y niños que lucharon y murieron en estos conflictos. Este libro refuerza el impacto humano de la guerra con testimonios del frente, algunos con más de mil años de antigüedad. Ello nos recuerda que, por encima de todo, la guerra es humana, con todas las flaquezas y contradicciones que ello conlleva: episodios de valor, miedo, violencia y compasión. Además, la guerra es, sobre todo, caótica, variable, dependiente del azar y de factores como órdenes tergiversadas, la suerte o del instinto.
En las páginas siguientes verá el rostro de la guerra tal y como es, sin romanticismo ni glamour, con unos líderes que se muestran con sus virtudes y defectos, y con la audible voz del soldado común.La guerra es una de las fuerzas motrices de la historia. Sin un buen conocimiento sobre ella, sería imposible entender cómo el mundo moderno es lo que es. Este libro nos hace darnos cuenta de que hasta las sociedades más avanzadas deben pelear en algún momento. Deberíamos agradecer que el mundo actual vea la guerra como una excepción, pero no debemos deducir que toda guerra es inútil. Como Aristóteles señaló: “ La guerra existe en vista de la paz”.
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