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De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI.
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TEMA: De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI.

De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI. 18 May 2008 19:09 #5699

  • Gale
Los ejércitos romano bizantinos de los siglos VI-IX


Se han dado muchas explicaciones para la caída del Imperio Romano, y aún sigue siendo un tema de debate. Sin embargo, los factores del declive militar de Roma son más fáciles de esbozar. Las fronteras territoriales del Imperio a menudo eran artificiales, sobre todo en Europa Occidental. Aunque los bosques y las montañas constituían verdaderas barreras, los ríos eran más una vía de comunicación que un obstáculo. De hecho, la mayoría de las fronteras romanas eran zonas, más que líneas, y en ellas convivían diferentes pueblos más que estar separados.
En general, la mitad Oriental del Imperio Romano era, a mediados del siglo IV d.C, económicamente e incluso militarmente más fuerte que la mitad occidental. Varias reformas militares recientes se habían basado en conceptos griegos en lugar de la tradicción romana. Algunas reflejaban una influencia germánica o irania de más allá de las fronteras del Imperio. Al mismo tiempo, la importancia militar de varios pueblos fronterizos iba en aumento. Ahora era imposible mantener las fronteras infranqueables, de modo que el ejército romano tuvo que desplegar una barrera de guarniciones fuertes apoyadas por una élite de ejércitos de campaña móviles. Este sistema funcionó bien por un tiempo, pero la velocidad relativamente lenta de incluso fuerzas de élite supuso que tuviieran que extenderse por amplias zonas, lo que contribuyó a disminuir, aún más el control central del emperador. Además, la caballería romana no alcanzó una superioridad determinante, mientras que las tropas confinadas a labores de guarnición permanente fueron perdiendo calidad.

El cuerpo de oficiales del ejército romano del final del Imperio a menudo estaba motivado por la ambición política, mientras que, ahora, la mayoría de tropas se reclutaban en zonas fronterizas, como Germania, Gran Bretaña y las provincias del Danubio. Al mismo tiempo, el núcleo del Imperio comenzó a desmilitarizarse.

También había enormes problemas con el reclutamiento, pues mucho hombres se automutilaban para evitar ser llamados a filas. En teoría, la disciplina era muy dura pero, en realidad, las tropas bien entrenadas eran demasiado valiosas y raramente se aplicaban castigos severos. No sorprende, pues, que las autoridades buscaran en cualquier parte hombres dispuestos a combatir. Los jinetes sármatas de las estepas rusas que hablaban iranio estaban asentados en varias partes del Imperio, incluida Gran Bretaña. Los godos germánicos estaban incluso más extendidos, y algunos llegaron a establecerse en Arabia.

El Imperio no tardó en alistar a esas unidades de ''foederati'' extranjeros o bárbaros dirigidos por sus propios líderes en lugar de reclutarlos uno por uno como antes. De hecho, los soldados germanos como los godos constituyeron un elemento vital del ejército hasta el siglo VII.
Como consecuencia, el ejército romano de finales del Imperio era, diferente al de los primeros tiempos, tanto en su organización como en su tamaño. Las tropas fronterizas de ''limitanii'' ahora estaban constituídas por soldados de caballería, infantería y auxiliares, aunque las verdaderas unidades eran más pequeñas que las antiguas legiones y pronto se integraron en la sociedad local.

Por su parte, los ejércitos ''comitatenses'' de campaña tenían sus guarniciones en ciudades más grandes.

El fin del ejército romano de Occidente

Tras la muerte del emperador Teodosio I (379-395), el Imperio Romano se dividió oficialmente en dos, la mitad oriental grecoparlante, con capital en Constantinopla, y la mitad occidental latinoparlante, con capital en Roma.

La calidad de los ejércitos del Imperio Occidental había ido en declive paulatino, y las tareas de defensa se habían ido delegando gradualmente en un nivel local. Paradójicamente, las tropas incrementaron su número y su complejidad. En el centro, en torno al emperador, estaba su guardia, los ''palatini'', que habían sustituido a los antiguos pretorianos. Pero a bastante distancia de estas tropas estrictamente imperiales estaban los ejércitos privados que surgieron durante el declive final del Imperio. Conocidos como ''bucelarii'', muchos fueron reclutados por potentados locales, a quienes hacían un juramento de lealtad, en lugar de al gobierno imperial, y a menudo se les consideraba una amenaza para la paz.

Las devastadoras invasiones de finales del siglo IV también dañaron seriamente la estructura del mando del ejército, y el saqueo de Roma por parte de los Visigodos en el 410 hizo añicos la administración del Imperio Occidental. Aunque hubo una ligera recuperación bajo el emperador Honorio (394-423), el emperador romano de occidente se apoyó, sobre todo, en los mercenarios godos y unas cuantas tribus indígenas, y, con gran acierto, no intentó mucho más. Después de Honorio, los escasos recursos que le quedaban al Imperio se destinaron con demasiada frecuencia a aplastar a insurgentes y rebeldes. En 444, Valentiniano III se encontró sin dinero para pagar a los soldados, muchos de los cuales desertaron hacia las filas del cada vez más poderoso Atila y el imperio huno.
Aunque los hunos fueron finalmente vencidos, ello fue gracias a la ayuda de los igualmente pelogrosos visigodos, y parece que los últimos ejércitos del Imperio de Occidente simplemente se desvanecieron hasta que, en el año 476, el último emperador de occidente fue depuesto por sus propios foederatii germánicos.

Supervivencia y resurreción- La época de Justiniano.

También en lo que quedaba del Imperio oriental,las tropas estaban tan desmoralizadas a finales del siglo V que los emperadores temían ir a la guerra. Los siglos V y VI fueron los peores en cuanto a revueltas militares, y muchas de las reformas en la estructura del mando tuvieron como objetivo evitar esos problemas. Por su parte, el Imperio de Oriente practicó el soborno para volver a un enemigo contra otro y así defender sus reducidas fronteras.

El reinado de Justiniano I (527-567) vivió cambios significativos, que no fueron menos en la reorganización de los ejércitos de Oriente o, como ahora se denominaba, el imperio bizantino. Como consecuencia, el imperio oriental recuperó enormes territorios de lo que había sido el imperio de occidente. En la época de Justiniano, la recuperación de la economía imperial permitió desplegar un ejército pequeño pero muy bien entrenado y equipado. Las unidades de foederatii ahora incluían tanto a voluntarios ''bárbaros'' como a tropas romanas autóctonas. Los ''bárbaros'' ya no se alistaban como enormes grupos tribales. Sin embargo, este ejército, siguió siendo, esencialmente, una fuerza de mercenarios por que la vieja clase de ''ciudadanos'', que habían constituido el sustrato de los antiguos ejércitos romanos, prácticamente había desaparecido.

Es más, el ejército seguía dividido en tropas de guarnición y en ejércitos de campaña. Las unidades locales estaban constituidas por ''numerii'', de entre 200 a 400 hombres a las órdenes de un tribunus, y una o dos unidades estaban destacadas en cada ciudad provincial. Los ejércitos de campaña mercenarios, que eran más móviles, estaban formados por los foederatii de la caballería ligera más los catafractos de la caballería pesada. Los arqueros a caballo ''hipo toxotai''
constituían una fuerza de combate de élite y demostraron su poder devastador en el norte de África y en Italia. Los catafractos armados, elegidos al azar y bien entrenados, no eran nuevos, pero volvieron a demostrar su eficacia, aunque resultaban muy caros. Por otro lado, el Imperio carecía de buenas regiones de crianza de caballos, aunque el emperador Justiniano intentó reservar Capadocia, en la actual Turquía para esa labor.

En el centro de la nueva estructura militar estaba el comitatus o ejército personal. Los romanos lo habían copiado de los gobernantes germánicos en el siglo III, y lo recuperaron Justiniano y sus más famosos generales, Belisario y Narses. Juraban lealtad a quienes los reclutaban en lugar de al estado, por lo que a veces de les veía como una amenaza potencial para el emperador. Sin embargo, las tropas solían estar formadas por profesionales, que se alistaban con un compromiso a largo plazo, y en torno a ellas se podían crear ejércitos más grandes. En el corazón del comitatus estaban los bucelarii o guardia personal de élite, pero incluso ellos eran dados al amotinamiento; su éxito dependía casi enteramente de la riqueza, la influencia o el liderazgo de su patrón. Este sistema militar perduró hasta la Edad Media, y en algunas zonas hasta más tiempo.

El general Belisario reconstruyó la administración del norte de África y al frente de esta provincia, que se extendía de Libia a Marruecos, se puso a un exarca, una figura casi autónoma con su propio personal militar y pronto, con su propio ejército. En la Italia reconquistada, sin embargo, los bizantinos tuvieron que afrontar problemas mucho mayores. Los ostrogodos germánicos habían sido derrocados, pero se cernía una amenaza mayor: los lombardos que atravesaron en masa los Alpes en 568. Por ese motivo, Bizancio abandonó casi por completo las recien conquistadas regiones de las actuales Lombardía y Toscana para establecer una frontera militar en las colinas cerca de Rávena, en una zona que todavía se conoce como ''Il marche'', o frontera.

El exarca bizantino de Italia poseía un ejército de campaña y guarniciones pero sus fuerzas eran demasiado pequeñas para hacer frente a los lombardos. Por eso, el imperio acordó compartir el país y sustituir a su exarca por varios comandantes regionales, mientras que los lombardos se establecieron en diferentes partes del país, en el norte y en el sur.
Esta división de Italia sentó un patrón que perduró hasta el siglo XIX. Las milicias urbanas, algunas de ellas reclutadas entre los nuevos colonos, eran vitales para defender las murallas de Italia, donde la vida urbana continuaba con mucha más fuerza que en ningún otro lugar de Europa Occidental. En Roma, el papa se convirtió, de hecho, en un gobernante local con su propio ejército, pequeño pero eficaz. Los nombres de las unidades militares de cualquier otra parte de la Italia bizantina sugieren que hubo un reclutamiento local y extranjero, pero las tropas locales pronto superaron en número a los hombres enviados desde el este en la mayoría de los cuerpos. En cualquier caso, esas unidades profesionales continuaron separadas de las milicias locales. Algunas antiguas familias romanas. habían sobrevivido a la caída del Imperio de Occidente y aún conservaban grandes propiedades. Ahora empezaban a recuperar sus privilegios perdidos, títulos y funciones militares. Al mismo tiempo, una nueva élite política y militar establecida en Italia por los emperadores bizantinos, se fue italianizando gradualmente.

Quizá la formación más importante que surgió durante el reinado de los sucesores de Justiniano fueron los ''optimates'' que aparecieron con el emperador Mauricio (582-602) y cuyos antepasados podían ser los ''gothograeci'' (godos griegos) que se asentaron en el oeste de Turquía al final del siglo IV. Los foederati estaban ahora a la órdenes de un ''comes foederatum'' establecidos en Tracia (actual Bulgaria), mientras que muchos bucelarii y otras formaciones semi-privadas se integraron en el ejército regular. Otros regimientos incluían a los scholae, que originariamente habían sido una unidad de choque de la guardia imperial pero que ahora había quedado relegados a un papel ornamental como regimiento de la guardia de palacio. Los ''candidati'' habían sido, en el pasado, un grupo aún más selecto de guardias imperiales con uniforme blanco. Por su parte, los ''domesticii'' del imperio de Occidente habían sido jubilados por Teodorico el godo tras conquistar Italia en 493, pero de algún modo seguían existiendo para Justiniano, y finalmente fueron disueltos medio siglo después. Pòr su parte, los domesticii del imperio de Oriente habían sobrevivido como una unidad privilegiada que pagaba en metálico por su puesto. Los ''excubatores'' eran una pequeña formación de unos 300 soldados de infantería, reclutados por primera vez por el emperador León I (457-474) para reemplazar a los ahora ineficaces scholae; pero también quedaron reducidos a una mera unidad de desfile a principios del siglo VII.

Las cosas también estaban cambiando en las otras fronteras del imperio bizantino. Las estepas de Siria habían sido abandonadas por las tribus árabes aliadas, aunque aún quedaban los limitanii de las fronteras a lo largo del borde de la zona cultivada. En realidad, la Siria bizantina estaba defendida de manera muy localizada con sólo unas pocas guarniciones y algunos ejércitos de campaña en las ciudades principales. En los más devastados Balcanes, aún quedaban algunas guarniciones desmoralizadas, junto con la caballería de Tracia, pero las mejores tropas fueron enviadas a defender la frontera oriental contra el imperio sasánida de Persia. A finales del siglo VI, los inavasores eslavos habían alcanzado las murallas de la mismísima Constantinopla. Egipto, en cambio, permaneció casi intacto por las tumultuosas invasiones que habían devastado el Imperio Romano y el bizantino. Aquí, las tropas locales se asemejaban más a una fuerza policial que a un ejército. En algunos aspectos la organización de los ejércitos bizantinos del siglo VI parece muy moderna. Las unidades estaban divididas en secciones formadas por otras secciones pequeñas tácticas. El antiguo centurión romano se había convertido en un ''ekatontarca'', el más veterano de los cuales servía como segundo al mando de un comandante del ejército. Un ilarca supervisaba a los oficiales subalternos y suboficiales, y también dirigía la mitad de un ejército cuando se dividía por razones tácticas. Por su parte, a los oficiales subalternos se les elegía, al menos en teoría, por su valentía y su inteligencia.

La caballería era el cuerpo más importante, y estaba dividida en especialistas con la lanza y con el arco. Al igual que los sasánidas, los arqueros a caballo bizantinos disparaban a una orden por filas, pero eran famosos más por la potencia de sus disparos que por su velocidad -y en esto se parecían más a los arqueros de infantería árabes que a los arqueros a caballo persas-.
Las tácticas de este periodo quedaron descritas en el primer tratado militar bizantino. Fue escrito por un soldado desconocido, quizá durante el reinado de Justiniano, y trata, sobre todo, de los métodos de fortificación, por lo que es posible que el autor fuera un ingeniero militar. También hace referencia a los enemigos que, ''levando puesto nuestro equipo'', capturaban los puestos fronterizos bizantinos, y al uso del fuego y el humo como señales de comunicación. Al hablar sobre las tácticas en situación de guerra abierta, el escritor se basa en textos antiguos y términos arcaicos, aunque los compara con los de su época. Por ejemplo, dice que las tropas se disponían en cuadrados o rectángulos en lugar de adoptar la vieja falange. Las formaciones de caballería eran las mismas que para la infantería, aunque con un orden menos cerrado. En el campamento, los hombres dormían en tiendas, con las lanzas clavadas en el suelo, junto a los pies; los escudos apoyados en las lanzas y el resto del equipo colocado a la izquierda.
La caballería pesada bizantina siguió siendo un arma para lanzar un único ataque, pero durante el siglo VI, grandes formaciones muy compactas de jinetes bizantinos y sasánidas por igual fracasaron ante sus rivales nómadas de las estepas del norte. Por ello, los ejércitos de ambos imperios dividieron la caballería en unidades más pequeñas con secciones de defensa, ataque y reserva. Por otro lado, los bizantinos tuvieron algunas ventajas sobre los pueblos nómadas como los avaros de Europa Central, concretamente durante la campaña de los Balcanes. Aquí, en invierno los caballos de los nómadas estaban en muy malas condiciones y, por la noche, los jinetes eran vulnerables por que no solían establecer campamentos muy fortificados. Durante las campañas contra estos enemigos móviles, las tropas bizantinas llevaban comida para muchos días, y en invierno actuaban desde el cuartel general de Odessa (actual Varna), en la costa del Mar Negro o en la llanura Tracia.

Casi más importante que las tácticas era la cuestión de la moral, y los líderes militares bizantinos le prestaron gran atención. El papel del imperio bizantino como el mayor poder cristiano era un aspecto central para el estado de ánimo de sus soldados. La batalla iba precedida por cuidadosos preparativos religiosos, y las reliquias sagradas se exhibían en procesión frente a las tropas, incluídas imágenes que ''no eran obra humana'', y que normalmente tenían un profundo impacto sobre la mente de los soldados.

La época oscura de Bizancio.

Los siglos VII y VIII se han descrito como la época oscura de Bizancio. En Europa, gran parte de los Balcanes y del norte de Grecia cayeron ante los invasores eslavos y turco-búlgaros. En Italia, el poder bizantino también se debilitó. El Imperio Sasánida finalmente se abrió paso por la antigua frontera entre los imperios romano-bizantino y persa, y conquistó el este de Turquía, Siria, Palestina y Egipto. Los bizantinos lograron expulsar a los sasánidas, pero, después volvieron a perder Siria, Palestina, el actual este de Turquía, Chipre, Egipto y el norte de África, esta vez, a manos de los árabes.
Antes del reinado del Emperador heraclio (610-641), el ejército bizantino estaba constituido por una infantería armada con lanzas y por un brazo de caballería tácticamente superior. El emperador Mauricio intentó establecer una reserva de arqueros a pie entrenados, aunque no está claro si llegaron a ser operativos. Posteriormente, el ejército se derrumbó a consecuencia de la guerra civil y la invasión sasánida que siguió a la muerte de Mauricio.
Cuando Heraclio se hizo por fin con el poder, reconstruyó de sus cenizas un formidable ejército que tuvo notables éxitos. Aunque trabajó sobre las bases ya existentes, tomó a uno de los enemigos más poderosos de Bizancio, los avaros, como su ideal. El mayor problema de Heraclio siguió siendo la falta de arqueros a caballo, lo más vanguardista de un ejército nuevo que tardó dos años en reorganizar y entrenar. Este ejército posteriormente contraatacó, se adentró en territorio sasánida y ocupó su capital.

Aunque el norte de África permaneció prácticamente intocable, el ascenso de los árabes condujo a la retirada de las fuerzas bizantinas a la coste africana, y en el año 697 todo lo que quedaba en manos bizantinas era el puerto aislado de Ceuta. Para entonces,el imperio bizantino ya había perdido sus posesiones en Hispania, excepto las islas Baleares, además de Siria, Palestina y Egipto, dónde los árabes habían derrotado a los fragmentados defensores bizantinos uno por uno.
A continuación de las sorprendentes conquistas árabes en el siglo VII, hubo cambios fundamentales en la organización militar bizantina. El más importante fue el establecimiento de ''theme'' o ejércitos regionales y de ''tagmata'' o ejércitos centrales con bases alrededor de la capital, Constantinopla. Sin embargo, no está claro si los verdaderos themes aparecieron durante el reinado de Heraclio o sólo después de que los musulmanes invadieran la actual Turquía. La familia de un soldado debía heredar sus obligaciones, pero la dificultad para pagar a las tropas que se dispersaron durante el caos originado tras las invasiones islámicas animó aún más a los soldados a establecerse, hacerse con una propiedad e incluso realizar trabajos a media jornada.
El primer theme que surgió claramente como una unidad territorial fue el ''opsikion'', al que años después siguieron otros. Las continuas incursiones islámicas hicieron que la frontera bizantina se subdiviera en pequeñas zonas más manejables, pero éstas no se conviertieron en una multitud de themes, numerosos al final de Bizancio, hasta después de otra guerra civil en la década de 740.
El final del siglo VII y el siglo VIII estuvieron caracterizados por un creciente sentido del orgullo y de la identidad propia del theme, aunque tales rivalidades también pudieron llevar a los ejércitos del theme a apoyar a bandos opuestos en las muchas guerras civiles del imperio. Por su parte, el gobierno permitía a la tropa adquirir tierras con las que mantenerse.Esto no significó que los soldados se conviertieran en granjeros, sino que les gustaba vivir de lo que producía su tierra, como los caballeros medievales. Estos núcleos de los ejércitos theme, siguieron siendo soldados regulares bien equipados, al igual que los ejércitos tagmata.
Mientras que para un hombre normal era posible ascender desde un ejército theme, la mayoría de los oficiales superiores provenían de las unidades de guardia. A finales del siglo VIII, los antiguos guardias domesticii habían sido asimilados a los scholae, quienes, tras la reforma del emperador Constantino V (741-775), habían recuperado su papel militar. Además había otros regimientos de guardia. Por debajo de esas formaciones de élite estaban las tropas tagmata, establecidas alrededor de la capital, cada una de las cuales estaba compuesta, en teoría, por 300 hombres que formaban una unidad táctica. En el siglo IX, la ley protegía a las tropas tagmata de los castigos más severos, aunque fueran declarados culpables, y estaban mejor pagadas y equipadas que otros soldados. A pesar de ello, los soldados bizantinos siguieron siendo proclives a la insumisión.
Entretanto, la frontera islámico-bizantina se había establecido a lo largo de las montañas Taurus y en el norte, hacia Georgia. Cappadocia (la zona turca entre las actuales Konya y Kayseri) se convirtió en el cuartel general y punto de encuentro para la resistencia bizantina. Con el paso de los años, las identidades acabaron por difuminarse en esta frontera castigada por la guerra, y los soldados cambiaban de religión con asombrosa facilidad, aunque solía ser del cristianismo al islam. En muchas de las provincias occidentales el control bizantino también se hizo muy tenue. En Albania, por ejemplo, parece que la mayoría de fuerzas militares se basaban en lealtades familiares o tribales.
En 697-698 el pueblo de la laguna veneciana, a pesar de ser súbdito del imperio, establecíó su propio ducado y eligió a su propio ''doge'' [magistrado supremo de la República de Venecia]. En otras partes, la Italia bizantina sufría las invasiones periódicas de los lombardos, contra quienes la defensa más eficaz fue organizada por el Papa de Roma, y no por el gobierno imperial de Constantinopla. En el año 800, el papa coronó a Carlomagno, el rey de los francos, como emperador de Occidente, y la ciudad de Roma, junto con el territorio de su alrededor dejó de formar parte del Imperio Bizantino.

Resurrección y contraataque

Antes de que el imperio bizantino pudiera contraatacar a sus muchos enemigos, el gobierno tuvo que recuperar el control real sobre los territorios que aún reconocían su autoridad. Muchas zonas de la periferia eran autónomas, incluso Grecia. Esta labor ocupó gran parte del siglo IX. A cada avance bizantino le seguía una colonización militar y el establecimiento de monasterios. Sin embargo, la brutal supresión del imperio de la llamada herejía pauliciana de la frontera oriental los empujó a los brazos del gobernante musulmán de Malatya, cuya ciudad fuertemente amurallada se convirtió en el centro de la resistencia islámica.
Los ejércitos responsables de la posterior resurreción de Bizancio en el siglo IX fueron básicamente los mismos que los del siglo anterior. Una división del ejército o ''turma'' estaba formada por entre tres y cinco ''drungario'', que a su vez estaba constituido por cinco ''banda'', cada una de entre 200 y 400 hombres. La actitud bizantina hacia sus soldados era, en general, tolerante, y les reconocía su necesidad de dignidad. El ideal militar se resumía en los guerreros de frontera ''akritai'', cuyas hazañas canta el poema épico ''Digenes Akritas''. Como defensores de fronteras remotas estos Akritai tenían mucho en común con los semi-independientes margraves de la Alemania medieval o con los cosacos rusos. Por su parte, en los ejércitos theme, hubo un retorno gradual a la política de pagar a los soldados en metálico. Los tagmata de élite vivían solo de estos sueldos, pero hasta que el dominio militar bizantino no estuvo asegurado, las caravanas que llevaban este dinero resultaron objetivos muy tentadores para los invasores enemigos y los bandidos locales.
En algunas regiones, muchos hombres tenían obligaciones militares y podían ser convocados para una inspección, aunque solo se escogía a los mejores. Un soldado de un theme que fuera demasiado pobre para procurarse su equipo podía convertirse en un empleado militar, en un irregular o podía entras a formar parte de las tropas de guarnición o ''dzekones''. Llegado el siglo X, y quizá antes, el soldado del theme oriental era casi idéntico a un homólogo musulmán. En el lado bizantino de la frontera, los tránsfuga iranios se asentaron en la costa del mar Negro, y conservaron una identidad propia hasta bien entrado el siglo IX. los turcos del valle de Farghana, en la actual Uzbekistán, se incorporaron al ejército bizantino con el reconocimiento de su habilidad como arqueros a caballo. Los khazares del vasto khanato judío-turco al norte del mar Negro sirvieron como aliados y mercenarios. Por otro lado, las relaciones de Bizancio con los prisioneros de guerra árabes a veces podían ser cordiales, puesto que el imperio esperaba que unos guerreros a los que se les tenía en tan alta estima se conviertieran al cristianismo y se sumaran de ese modo al potencial militar del imperio.

Este periodo se caracterizó por el desarrollo en el ejército bizantino de una muy sofisticada forma de guerra de guerrillas. Conocida como la ''guerra sombra'' siguió aplicándose hasta bien entrado el siglo X, pero a medida que el imperio fue adoptando una política cada vez más hostil hacia su vecinos islámicos, esta táctica cayó en desuso. Una mayor parte de los ejércitos theme orientales estaban compuestos por la caballería. En muchos aspectos los bizantinos habían copiado a sus enemigos árabes, o, como les gustaba decir, lo habían ''adoptado de los ismaelitas''. Se daba gran importancia a las labores de inteligencia para descubrir los planes del enemigo, de modo que los espías se hacían pasar por mercaderes para entrar en territorio enemigo antes de que comenzara la temporada de incursiones. Los soldados se vestían de granjeros y se situaban a lo largo de la ruta que se esperaba que siguiera el enemigo, mientras que otros hombres, vestidos con abrigos de colores apagados como forma de camuflaje, vigilaban al enemigo cuando entraba en tierras bizantinas.
Al tender una emboscada al enemigo, las tropas solían situarse a ambos lados del camino, con la caballería de apoyo apostada a cierta distancia. Sin embargo, en general se pensaba que era más fácil golpear al enemigo cuando se retiraba de vuelta a casa. Había que controlar las fuentes de agua, sobre todo en los pasos de montaña. Aquí, la infatería también podía bloquear las gargantas estrechas. Por otra parte, los invasores islámicos solían tender sus propias emboscadas para capturar a sus pergseguidores. El manual militar ''Taktika'', atrbuido al emperador León VI (866-912), aconsejaba a los arqueros bizantinos utilizar flechas envenenadas contra los caballos de los musulmanes, una práctica que pudo copiar de los eslavos y que reflejaba el alto coste así como la importancia cultural de los caballos de los caballos entre los vecinos árabes del imperio bizantino. El ''solenarion'' [especie de ballesta para disparar flechas más cortas] que se menciona por primera vez en el siglo VI también se ha convetido en un arma ligera generalizada por la infantería. Aún más terrorífico resultaba el fuego griego, que disparaban con sifones de lanzallamas y que podían ''cubrir a 10 hombres''. El fuego griego fue, de hecho, uno de los principales desarrollos militares dentro del imperio bizantino, y en ocasiones se utilizaba en una guerra declarada, aunque solía reservarse para las guerras navales y los asedios.

También resulta notable la semejanza entre los ahora bien conocidos manuales militares bizantinos de este periodo y los mucho menos conocidos manuales árabes del bando rival. De hecho, esta fue una época de guerra reflexiva, sofisticada y bastante intelectual en Oriente Medio. Entretanto, Europa occidental estaba saliendo lentamente de lo que muchos historiadores llaman ''edad oscura''.

Re: De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI. 19 May 2008 10:21 #5734

Aún antes de leerlo:

Re: De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI. 19 May 2008 16:46 #5763

Estupendo


Re: De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI. 21 May 2008 00:21 #5869

  • Gale
Thank you.Todo sea por a historia XD.

Creo que el siguiente toca a nuestros amigos Visigodos.

Re: De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI. 21 May 2008 00:37 #5872

¡Qué currele, Gale! :wowowo:

Está genial, gracias por postearlo. :D

Pd: Espero ansioso el texto de los Visigodos. :P

Saludos. :)

Re: De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI. 21 Abr 2009 23:49 #27544

  • zankrist
Menudo post Gale,sin palabras :wowowo: :wowowo: :wowowo: .

Re: De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI. 22 May 2009 16:06 #30401

  • lakatos
Impresionante documento!!! me has dejado :wowowo: :wowowo:

Enhorabuena Gale!!!

Re: De Roma a Bizancio, el ejército de Justiniano siglo VI. 25 Abr 2010 14:08 #43653

  • orab
  • DESCONECTADO
  • Privatus
  • Temas: 11
El artículo es muy bueno pero en mi opinión el ejército de Basilio II el Bulgaroktonos owneaba al de Justiniano de largo, es curiosa la diferencia pues si bien los ejércitos de la época de Justiniano eran eminentemente de caballería los de Basilio tenían un componente en infantería mucho más importante.

También hay que ver la efectividad del ejército, los reinos germánicos durante la época de Justiniano eran más o menos una "casa de putas" mientras que Basilio dedicaba varios años seguidos de campañas para luchar contra un enemigo firmemente estructurado y al mando de un genio militar como era el Zar Samuel, fueron 2 portentos enfrentados cara a cara, mientras que lo de Justiniano fue enviar un genio militar como Belisario a luchar contra poco más que retrasados mentales.
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