Bueno, en realidad las razones por las que nos quedamos atrás fueron más que nada políticas, sociales y económicas.
Un país que estaba dominado por uno de us reinos constituyentes, Castilla, que había hecho todo el esfuerzo tanto económico como sobretodo demográfico en la época dorada del imperio y que se encontraba despoblada, con una agricultura antigua, con la Mesta dominado el territorio, con una tal cantidad de monjes y sacerdotes, además de nobles, que no eran ni productivos económicamente ni demográficamente, con una periferia (Catalunya, Portugal e incluso Andalucía se rebelaron en 1640) que se negaba a participar de las medidas de Olivares para repartirse equitativamente las cargas fiscales y militares. Una monarquía en declive, nada participativa de las decisiones, derrochadora, incapaz de imponer su poder como lo hará la francesa y con una nobleza que desde Felipe III recupera su fuerza, muy diferente de la nobleza inglesa que se meterá de pleno en las aventuras comerciales de su país. Un país atrasado culturalmente en gran parte por la presencia de la Inquisición. Un país de muchos quijotes y muy pocos sanchos, con mucho pícaro y demasiada monja...
El salto militar es un poco posterior, con la guerra de sucesión y sobretodo a mediados de siglo XVIII, pero España pierde definitivamente el tren durante la Guerra de Sucesión, y certifica su muerte imperial en Trafalgar. El entierro todavía tardará los 90 años que se aguante Cuba y Filipinas, cuando se haga el ridículo ante los EUA y un montón de jóvenes españoles mueran porque unos políticos no eran capaces de retirarse voluntariamente a pesar de ser plenamente conscientes de su inferioridad.