Gran califa, gran califa, llegan graves noticias…a la gran cruzada contra Jerusalem se han unido franceses, ingleses y germanos, además de los polacos y los siclianos. Nuestros hermanos, los egipcios, no sobrevivirán ante tamaña fuerza cristiana si no los ayudamos.
Gran Visir, tenéis toda la razón, ya atacamos las posesiones del rey siciliano y parece que nuestra intervención ha disminuido su poder, ayudando así al sultán. Pero, ¿cómo atacar a todos los reinos cristianos? Pereceremos ante su fuerza.
Pero gran califa, no podemos dejar sólo a Egipto y a la ciudad santa…además los propios cristianos están divididos y se atacan entre sí, si atacáramos con fuerza en su corazón podríamos debilitarles y poner fin, por el momento a la amenaza.
Ahhh, hace años mi joven sangre se hubiera lanzado sin dudar a la batalla, pero ahora hay que pensar en los habitantes de nuestras ciudades, en el nuevo tiempo que ha llegado a Al-Andalus, una época de enorme prosperidad fuera de las guerras, época de conversión religiosa, de grandes construcciones y de aumento de la población…todo eso desaparecerá con la movilización y la guerra.
Y, además, ¿Dónde atacar? ¿Cuál es el centro de la fuerza cristiana? ¿Albión? ¿El Sacro Imperio? ¿los francos…? Mi visir, me retiraré a mis aposentos y espero tener una decisión tomada para mañana. Alá y tres de mis mujeres me ayudarán en tamaña empresa…
Retirado a dormir, y tras profundos y agotadores ejercicicios…espirituales el califa se quedó dormido, atrapado en un sueño profundo pero intranquilo…visitado por sus antepasados…
Ab-Al Kotan , escuchad mis palabras…soy Abd al-Rahman ben abd al-Gafiqi, emir del Al-Andalus en el año 111 posterior a la Hégira. En ese tiempo dominábamos toda la península y nos extendimos más al norte aún. Yo mismo tomé Burdeos, para avanzar todavía más y enfrentarme al caudillo franco, Carles Martel, en la batalla de Poitiers. En esa batalla nos enfrentamos como colosos de la antigüedad hasta que, atacados a traición por las tropas de Eude de Aquitania nuestras tropas cedieron en su valor, produciéndose nuestra derrota y mi muerte...
Desde entonces los francos no dejaron de crecer a nuestra costa, creando el imperio carolingio, que después se dividiría en los reinos cristianos de la actualidad, el imperio germánico y Francia. Esta última mantiene hoy la esencia de antaño. Así son llamados francos los caballeros cristianos que marchan a las cruzadas, tal es su valor e importancia.
Si queréis demostrar vuestra fuerza y valor a Alá, y proteger Jerusalem ahí debéis atacar, en el corazón de la cristiandad…siguiendo mi senda…y acabando lo que yo empecé.
El califa se despertó en medio de grandes sudores, y apartando de sí a las mujeres que, adormiladas, le rodeaban, reunió en ese mismo momento a sus generales, al gran visir y a sus imanes más fervientes, y les proclamó:
A partir de hoy no descansaré hasta ver plantada en todos las ciudades francas la media luna del Islam, y no descansaré hasta que convenzamos a sus valientes pobladores que la nuestra es la verdadera fé.
¡Allah Akkbar!
Dicho esto ordenó que los ejércitos se movieran con rapidez.
Las tropas acantonadas en la recién conquistada Ajaccio saltarán el brazo de mar que les separa de la costa para asediar Marsella.
Las tropas al sur de Navarra, tomando una galera mercenaria, avanzarán hasta Burdeos, cumpliendo así las órdenes de su antepasado de seguir su senda…
Y, por fin, el propio califa se encamina al Pirineo, dirigiéndose al centro de Francia.